domingo, 4 de septiembre de 2005

Pompeya

"La superioridad norteamericana en todos los ámbitos de la ciencia, la economía, la industria, la política, los negocios, la medicina, la ingeniería, la vida social, la justicia y, naturalmente, la militar, era completa e indiscutible; incluso los europeos que sufrían los dardos del chovinismo herido contemplaban con pasmo el brilante ejemplo que Estados Unidos había puesto antes los ojos del mundo al comienzo del tercer milenio"
Tom Wolfe, Hooking Up
Esta es la cita que encabeza Pompeya, una novela de Robert Harris publicada en 2003. Al releer esta cita me ha recorrido un escalofrío por el cuerpo, reconociendo la intuición del autor al anticiparse a lo ocurrido. Para mí hay un paralelismo claro entre el Imperio Romano, una de cuyas ciudades del sur quedó devastada y enterrada, y el Imperio USA, que acaba de sufrir lo mismo pero con agua en lugar de ceniza volcánica. El mundo ha quedado atónito al ver como la potencia indiscutible se ve sobrepasada por el poder de la naturaleza. Un golpe para la arrogancia de la humanidad. Esperemos que Nueva Orleans se reconstruya y no quede enterrada cientos de años.
Pero volvamos a la historia lejana. Pompeya y Herculano, dos ciudades próximas a la actual Nápoles, fueron sepultadas por la ceniza del Vesubio en agosto del año 79 d.C. Aunque su importancia dentro del imperio era relativa, han pasado a la historia por el asombroso estado de conservación en el que han llegado a nuestros días, gracias a la misma erupción que acabó con ellas. Sus restos no empezaron a ser desenterrados hasta el siglo XVIII. Curiosamente hace un par de días visité un blog en el que se comparaba la destrucción de Pompeya con la de Hiroshima (véase la entrada del 05.08.05 de Anthology of interest). Salvando las diferencias, lo cierto es que la analogía también es válida: sus habitantes sucumbieron ante algo aterrador que desconocían hasta ese momento.
Desde luego, la visita a Pompeya fue lo que más me impresionó del viaje a Italia de hace un par de años. Pasearte por sus calles es lo más parecido a un viaje atrás en el tiempo. Las calles están muy bien conservadas, con las huellas de los carros sobre la piedra perfectamente visibles, y unos curiosos bloques de piedra a manera de paso de cebra en relieve que permitían a los peatones pasar sin mancharse de barro de acera en acera. Hay casas prácticamente enteras de pie sin apenas reconstrucción salvo los tejados, que se quemaron con la ceniza ardiente. En las fuentes se aprecia la marca de desgaste en la piedra, donde los ciudadanos apoyaban la mano para beber. Puedes visitar casas de comida, panaderías, templos, así como típicas casas romanas con su pluvium, dormitorios, cocinas con sus hornos aún en pie, etc.
En particular hubo dos cosas que me llamaron mucho la atención. Por un lado están los moldes de yeso. Cuando estaban desenterrando la ciudad, de vez en cuando encontraban huecos en el terreno. Alguien tubo la idea de inyectar yeso en una de esas oquedades. Una vez seco siguieron desenterrando, y cuál no fue su sorpresa al descubrir que se trataba de una forma humana. La explicación es simple. Los habitantes de Pompeya que no lograron o no quisieron huir sucumbieron de diversas formas: por asfixia, golpes por la lluvia de rocas, etc. Sus cuerpos quedaron enterrados por la ceniza y la piedra pómez. Luego la roca y ceniza fraguaron alrededor de los muertos, que se descompusieron con el tiempo, dejando la oquedad. De esta forma hasta nosotros han llegado figuras que ponen la piel de gallina. Mujeres embarazadas, niños, hombres cubriéndose la cabeza. También perros, caballos, etc.
La otra anécdota fue mucho más amable. De pequeño me regalaron un libro sobre los perros. Una de las primeras ilustraciones tenía el siguiente pie:
“CAVE CANEM (Cuidado con el perro). El mensaje de este antiguo mosaico romano de Pompeya resulta a todas luces evidente. Vigilar la casa o la residencia campestre fue una de las primeras tareas que el perro desempeñó para el hombre y sigue siendo una de las más comunes”.
Siempre me resultó muy curioso que el hombre no haya cambiado algunas cosas desde hace tantos siglos. Pues bien, caminando por Pompeya de repente me encontré en la casa del perro, y como no, le hice la obligada foto al mosaico que recordaba de mi niñez.
El libro de Robert Harris es muy recomendable. Al principio es un poco lento, pero a medida que avanza la historia gana en interés, y la parte final es realmente impactante, acercándonos creo que muy bien a lo que debieron sentir los desdichados habitantes de la ya mítica ciudad.
Si visitáis el sur de Italia no podéis dejar de pasar por Pompeya. Incluso se pueden hacer excursiones de un día desde Roma. Si queréis más información, la página oficial es http://www.pompeiisites.org/

4 comentarios:

  1. Posi,la historia se repite,y hay paralelismos entre el imperio romano y el americano...entre pompeya y nueva orleans...
    Y en el karma colectivo y el circulo de la vida siempre se repiten:los americanos pueden llevar un siglo en la cuspide pero caeran...el problema es despues que?yo seguramente no lo vere,pero mis hijos si aunque al ritmo que voy no se si lo vera algun descendente mio...es broma

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  2. A mi también me encantó Pompeya. Es fascinante pasear por sus calles.
    Nos lo pasamos bien, verdad?

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  3. El imperio romano dominó Occidente durante al menos seis siglos. El español, casi dos, el francés y el inglés no llegaron a uno.
    Al ritmo que se acelera la historia, me da la impresión que todos veremos algún tipo de cambio de hegemonía mundial. Sólo espero que no sea traumático.

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  4. Pues tienes razon malatesta,esperemos que no sea traumatico...
    De todas formas a ver si cuando este mas estable puedo viajar mas e ir a Italia por ejemplo...
    Si puedo en Novembro tengo un proyecto en conocer Francia...
    Evita superalo y vente a Tenerife que se esta mu bien...
    Que calor!esto es increible!

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