Hay gente que tiene especial habilidad para poner nombre a las cosas, o mote a las personas. En casa tengo el ejemplo de mi padre. Como le dé por motejar a alguien, el interfecto puede darse por renombrado para siempre.
Creía yo que no había heredado tal habilidad, pero quizás ande equivocado.
Este verano tuvo mucho éxito un nuevo estilo de calzado femenino. Todos los habréis visto por ahí. Algo así como una mezcla de botas y sandalias, con el pie descubierto y la canilla bien abrigada. Un despropósito térmico para cualquier época del año, vamos.
Tanto es así que la primera vez que vi una muchacha que los llevaba me salió de dentro un, perdonen la bajeza, "a esa le pica el chocho". Lo que quería decir es "esa chica ha perdido el sentido común", pero uno a veces no es tan fino.
Lunaria me afeó el comentario, y nos enredamos en una charla sobre el absurdo de la moda. Absurdo para mí, claro.
Total, ahí quedó la cosa. Lo gracioso del asunto es que el otro día, buscando por casa las babuchas de invierno, me encontré con esto. C'est la vie, mes amis.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrRIjAwNccle5Bq_7ySkW3EeKi0yOoGW8izgzw4ROzlQeRU3b0FLMN66u-r249aNCK435AY6SdMAGXAPUpw3bhzlN2hIjQ9Z0J297lqqI1m5Z4Rx4bYvIWpk6ZtgB7OGEyaOlg/s280/botas2.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTyG-0fMvSY27Av32b24GsWgwuf8lNjMX1578grrrFZuqD-hO27ZHr81AioJwifHIIoOtDd4mA_oWLYjsWxygpZOd_2qfWmA6nrRY425Jr4FCbpRQd490bwkAuDGA3RLVjBN2-/s320/botas1.jpg)