Por azares de la vida hoy he asistido a unas jornadas internacionales sobre energías renovables marinas. Un campo con el que tengo poco o nada que ver, y del que sabía menos aún.
En las siete u ocho horas que ha durado el evento he sacado una idea más o menos clara del estado de las cosas en este campo. Como soy de natural generoso y no tengo nada mejor que hacer, lo voy a compartir con vosotros.
Lo primero es ponernos en situación. Por energías marinas se entienden todas aquellas que se obtienen fuera de la costa. Comprenden principalmente dos grupos:
- La energía eólica marina
- El resto, denominadas genéricamente energías oceánicas.
A su vez, dentro de las energías oceánicas encontramos las que aprovechan las mareas, las olas, las corrientes, los gradientes salinos, los gradientes térmicos y finalmente la biomasa marina.
La energía eólica marina está ya bastante desarrollada. Consiste en campos de aerogeneradores eólicos sobre plataformas flotantes ancladas a unas millas de la costa. En la costa de Cádiz hay varios proyectos en estudio.
Las jornadas de hoy se centraron sobre las tecnologías que aprovechan la energía de las olas, y en las oportunidades para implementar algún proyecto en la zona del Golfo de Cádiz. A pesar de que está en estudio desde hace varias décadas, es un campo aún en sus primeras fases de investigación. Lo que más me ha sorprendido es la cantidad de diferentes tecnologías que se están desarrollando en paralelo. Son ideas simples pero ingeniosas. Algunas parecen inventos del TBO, pero quién sabe, quizás en el futuro jueguen un papel importante en el sector de la generación eléctrica.
Algunas tecnologías aprovechan la energía gracias a que las olas sobrepasan una barrera fija o flotante. Al estar a mayor altura que el nivel del mar, el agua que ha pasado acciona por gravedad unas turbinas.
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Otras aprovechan el vaivén para accionar unas articulaciones que contienen bombas hidráulicas. El aceite bombeado acciona a su vez una turbina.
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También las hay basadas en unas "velas" sumergidas, que se ven arrastradas por las corrientes bajo las olas. Las "velas" están acopladas a un circuito sinfín, que a su vez mueve un alternador.
En fin, podría seguir, porque lo que es imaginación no le falta a los que trabajan en este campo. No exagero si digo que actualmente puede haber 20 ó 30 tecnologías diferentes en desarrollo. Es de esperar que en unos años se produzca una convergencia hacia tres o cuatro técnicas dominantes.
Pero, ¿porqué después de tantos años aún no hay grandes plantas de energía de las olas en producción, sino sólo pequeños prototipos? Uno de los motivos es la dificultad intrínseca del medio. Las olas son un fenómeno complejo, variable y agresivo. Lo que vale para un prototipo a escala 1:4 puede no valer para un sistema a tamaño real. Por ejemplo, la distancia media entre olas no es escalable. Como consecuencia, el coste de la energía generada es aún demasiado alto para atraer grandes inversores.
Sin embargo, los optimistas piensan que con una apuesta fuerte por parte de las administraciones y las empresas, estas tecnologías podrían alcanzar en importancia a la energía eólica a mediados del presente siglo. Esperemos, porque además de ser una energía renovable y por tanto inagotable, tiene un escaso impacto medioambiental. A ponerse las pilas, digo, las olas.