viernes, 30 de julio de 2010

Toy en el centro comercial

Últimamente las grandes superficies y los centros comerciales me ponen enfermo; físicamente enfermo. Supongo que será un tipo especial de agorafobia que estoy desarrollando, porque cada vez aguanto menos tiempo antes de querer salir por patas.
Lo tengo chungo, porque nuestra sociedad se parece cada vez más a la americana, donde prácticamente toda la vida social se hace en el “mall”. Lo cual lo veo muy “mall”, porque nuestra cultura, al menos en el sur, siempre ha sido de hacer vida en la calle.
Ahora no. Ahora para ir al cine hay que ir al centro comercial. Para comprar cualquier cosa, al centro comercial. Para comer, al centro comercial. Para pasear, al centro comercial. Valiente coñazo.
Como no hay más remedio que pasar de vez en cuando por el aro, he desarrollado una técnica de escape. Se trata de esperar en el coche mientras mi pareja compra. Para amenizar la espera me enchufo en el portátil un capítulo de la serie que esté viendo en ese momento. Esta técnica no funciona en verano, por motivos obvios. Comprensivos con la situación, algunos centros comerciales han creado una especie de “guarderías” para hombres, eufemísticamente llamadas “salas de descanso”. Allí me quedo como perro abandonado hasta que me recogen. Es bastante deprimente, pero mejor que esperar a la puerta de cada tienda en la que se pare mi chica, acompañado de otros individuos en la misma deplorable situación.
No sé que es lo que me ha causado esta fobia. Me gustaría pensar que es por odio al consumismo absurdo en el que estamos sumidos. Pero me temo que el motivo es mucho más banal.
Como dicen que la mejor terapia es reírse de uno mismo, he empezado por retomar la vieja costumbre de hacer un "Toy Malatesta", a ver si se me va pasando.


miércoles, 21 de julio de 2010

Overbooking

Nadie lo diría...


Se trata de una caseta de la feria de San Fernando de este año, que sí que se empetaba, pero a horas algo más avanzadas que a la que tomé la foto.


sábado, 10 de julio de 2010

Noche estrellada



Cada noche, mi última visión antes de entregarme al sueño es la del cielo de una noche de noviembre.

Orión es la protagonista de mi firmamento. Su cinturón atrae poderosamente mi atención. A su lado, el Auriga, de redondeada figura; Tauro, Géminis, Aries, la Osa Mayor… Más allá, fuera de cuadro, la enigmática Casiopea. También habitan mi cielo Andrómeda, Hydra y cómo no, la Osa Menor, apuntando con su Polaris siempre al Norte.

Mi cielo no gira. No cambia con las estaciones. En mi habitación siempre es noviembre.

jueves, 1 de julio de 2010

Liverpool

Si me seguís desde hace tiempo, sabréis que tengo un puntito de anglofobia. Como casi todas las fobias nacionales, se cura viajando. Digo casi todas, porque en Suiza he estado varias veces y no hay manera de que me caigan bien esos tipos.
En mi caso particular, la reconciliación con la Blanca Albión ha sido gracias a Liverpool, donde he pasado un fin de semana con otros cinco colegas.

The Vines Pub, Renshaw Street, Liverpool

La escapada ha sido rápida pero intensa. Además de visitar los lugares emblemáticos: The Cavern, Anfield, Albert Dock... nos ha dado tiempo a un paseo por la cercana Chester, a vivir la derrota de Inglaterra frente a Alemania en The Abbey, y sobre todo, a disfrutar de la vida nocturna de la ciudad. Algo increíble.

Antiguo molino de vapor en Chester

La gente es muy amable y abierta, algo que no esperaba para nada. La fama de inseguridad nocturna, totalmente inmerecida. Y encima, el tiempo ha sido cálido y soleado. ¿Qué más se puede pedir?
Por ponerle una pega, decir que estos chicos (y sobre todo chicas) no saben beber. No era infrecuente encontrar personal por los suelos a las 12 de la noche. Charlando con gente de allí, parece que la culpa la tiene una antigua regulación, ya derogada, que solo permitía beber alcohol hasta las 10 de la noche. La peña se habituó a beber mucho y rápido, y parece que tan mala costumbre sobrevivió a la norma que la creó.

Foregate Street, Chester

Catedral de Chester

Como anécdota del viaje, esta foto que hizo mi amigo Johnny dentro de la Catedral Anglicana de Liverpool. Sí, sí, dentro de la Catedral, en pleno transepto, una tienda de souvernirs ¡y un restaurante!. Ahí no comen el Cuerpo de Cristo, sino rosbif.


En definitiva, un destino muy recomendable para lo que nosotros hemos hecho: exprimir a tope un fin de semana, hasta que el cuerpo aguante. Long live Liverpool!