domingo, 26 de agosto de 2007

Historias de batallas: El Trocadero

¿Qué relación tienen las dos imágenes siguientes?



En apariencia ninguna, sin embargo los jardines de París que están al pie de la torre Eiffiel llevan el nombre de un pequeño rincón de Puerto Real.

En esta página hemos contado algunas historias de batallas que tuvieron lugar en sitios tan lejanos como Holanda o Israel. En realidad no tendríamos que ir tan lejos para encontrar hechos bélicos relevantes. La bahía de Cádiz ha sido desde antiguo escenario de sangrientos enfrentamientos. Su estratégica posición a la salida del Estrecho de Gibraltar y cara a América, su carácter de puerto natural y las riquezas de la campiña que lo circunda han sido a la vez motivos para su prosperidad y su destrucción.
Hoy vamos a rememorar una contienda a pequeña escala pero que tuvo gran trascendencia: la batalla del Trocadero.
La bahía de Cádiz tiene dos senos. El mayor, a la entrada, comprende desde Rota a Cádiz pasando por El Puerto de Santa María. El menor baña Puerto Real (el llamado Saco de la Bahía) y San Fernando. En medio, partiendo la bahía en dos está el istmo de Matagorda o del Trocadero, que pertenece al término municipal de Puerto Real.
En la actualidad casi todo el tráfico marítimo se realiza en el seno mayor. El Puerto de Cádiz y la Base de Rota se encuentran allí. En el seno menor sólo se localizan los arsenales de La Carraca, mientras que en el propio istmo están los muelles de La Cabezuela y los Astilleros de Navantia. En el pasado, sin embargo, el mayor abrigo que ofrecía el seno menor hacía que la mayoría de las naves fondearan allí. El trasiego de mercancías hacia tierra se hacía por el sistema de barcaje, es decir, mediante barcas que circulaban entre los barcos y las playas, sin que existieran infraestructuras portuarias importantes.

En el siguiente álbum podéis ver la situación de la zona en zooms sucesivos.




El siguiente dibujo da una panorámica de la zona, tal y como es hoy día.


Protegiendo la entrada a esta bahía interior se encontraban los fuertes de Puntales (en Cádiz) y Matagorda (en Puerto Real), cerrando con su fuego cruzado la parte más estrecha del canal. En la parte interior del istmo, separada del mismo por un caño, está la isla del Trocadero, en cuya punta más cercana a Cádiz se encontraba el castillo de Fort Luis o fuerte de San Luis. Este fuerte podía batir a las posibles naves enemigas que lograran pasar el canal. Para proteger el acceso a estas baterías desde tierra se construyó la Cortadura, que es un canal artificial que separa el istmo del continente. El canal e isla del Trocadero tenían también una importante función como puerto de mercancías y carenado de buques. En el siguiente plano, elaborado por John Wilcox en 1739 ( a saber con qué aviesas intenciones) se puede apreciar la situación de los fuertes.


El plano que sigue, que muestra el castillo de Fort Luis, data de 1812 y está firmado por José Prieto.

Estas construcciones tuvieron gran importancia durante la Guerra de la Independencia. Los franceses, que ocupaban Puerto Real (de hecho, la redujeron a la nada), y el istmo, bombardeaban Cádiz desde Matagorda y Fort Luis, recibiendo el fuego desde Puntales. Las bombas de los fanfarrones, con las que se hacían las gaditanas tirabuzones, provenían de las Cabezuelas. Cádiz, de la misma forma que la aldea gala de Asterix (pero en real), resistió al invasor, y Las Cortes reunidas aprovecharon la ausencia del monarca para proclamar la primera Constitución española (la “Pepa”, de la que en el 2012 celebraremos su bicentenario).
Una vez acabada la Guerra, Fernando VII “el Deseado” volvió, pero renegó de la Constitución y pidió la ayuda de la Santa Alianza, un pacto entre los monarcas absolutistas europeos para luchar contra las ideas liberales. En 1823, el rey francés Luis XVIII acudió en su ayuda con los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del Duque de Angulema (el futuro y efímero Luis XIX). Éstos apenas encontraron oposición en su avance al sur, ocupando Madrid y pasando a Andalucía, persiguiendo a los liberales que huían a Cádiz con el monarca.
Cádiz se aprestó de nuevo a la defensa, la primera línea de las cuales se situó en la Cortadura que daba paso al istmo del Trocadero. A toda prisa se retomaron las obras de reconstrucción de las defensas, destruidas durante la anterior Guerra de la Independencia. Los españoles dispusieron en la primera línea, en la orilla de la Cortadura, caballos de frisa, que no son sino un sistema de vigas cruzadas terminadas en armas blancas para dificultar el asalto. Después seguía una línea de trincheras en forma de dientes de sierra y finalmente una loma coronada por piezas artilleras.
Las primeras escaramuzas se produjeron el 16 de julio, pero sólo se trataba de un tanteo. Mientras tanto, se iniciaron los trabajos de reconstrucción de los fuertes de Matagorda y Fort Luis.
El 30 de agosto los franceses bombardearon las líneas de defensa españolas, especialmente la línea del Trocadero y el Molino de Guerra. Entre las 2 y las 3 de la madrugada del 31 los franceses, posiblemente ayudados por algún traidor local, vadearon sigilosamente el caño de cortadura con el agua al pecho y las armas en alto, tomando por sorpresa a las tropas españolas.

“La primera línea quedó fácilmente tomada, así como el Molino de Guerra.
No pudiendo juntarse muchos para arrollar á bayoneta al enemigo, ocurriendo lo inevitable y terrible confusión, propia de casos semejantes. Los cuerpos en la oscuridad de la noche se habían mezclado unos con otros. Grases se había retirado a segunda línea. El enemigo volvió contra los españoles sus propias piezas, arrojando granadas á los que huían. […]
Hasta las nueve de la mañana lograron prolongar la resistencia.[…]
Embarcáronse unos en dirección de Puntales; muchos murieron ahogados en el fango del Caño; otros buscando la salvación ó perecieron por el fuego de los franceses ó quedaron prisioneros de los franceses, entre ellos el Coronel Grases y los Tenientes del cuerpo de Ingenieros D. José Falledo y D. Pedro Abelló. Calculóse en mil hombres la pérdida de esta acción.”
Diario general de las operaciones de la guerra en la isla gaditana. Adolfo de Castro.

A pesar de la derrota, Cádiz seguía resistiendo. Finalmente, Fernando VII pactó con los liberales la rendición de la ciudad a cambio de respetar la Constitución. Pero una vez en campo francés se unió al invasor y decretó la abolición de todas las normas liberales. Los franceses entraron por fin en Cádiz y se puso fin temporalmente al sueño liberal.

Por lo tanto, en la París de la libertad, la igualdad y la fraternidad, tienen una plaza que conmemora la victoria del absolutismo contra las libertades, y que lleva el nombre de una zona olvidada de la costa gaditana, hoy día convertida en embarcadero de barquillas de pesca.


Fuentes:
Wikipedia
Google Earth
El Trocadero y su gente, Francisco Ruíz Serrano
Diario general de las operaciones de la guerra en la isla gaditana, Adolfo de Castro.

miércoles, 22 de agosto de 2007

La tapa del váter: el ensayo definitivo

Una de las características principales que diferencian al macho y la hembra de la especie humana es que el primero suele dejar la tapa del váter levantada, lo cual enfurece enormemente a la segunda. Esto ha sido así desde que dejamos de hacer nuestras cositas en un agujero, y seguirá así hasta que a algún listo se le ocurra comercializar a gran escala la automatización del mecanismo.
Leoncio León Malatestov (Nashville, 1975), en su búsqueda del conocimiento intrínseco de las cosas importantes de la vida, ha dedicado varios lustros al estudio del fenómeno. Sus conclusiones se acaban de publicar en la magna obra “Open or closed, the difference between a successful marriage and a disaster” (Ed. Chunged Editors, 2007).

Resumimos aquí las conclusiones del eminente sociólogo, aunque para una mejor comprensión del tema les animamos a que se lean las 758 páginas de las que consta esta obra maestra.
1) El 89% de los hombres deja la tapa del váter abierta en más de un 75% de las ocasiones. Del 11% restante, un 80% se declara abiertamente homosexual.
2) La tapa del váter fue causa directa de un 15% de los divorcios registrados en EEUU en la década de 1985 a 1995, y causa secundaria en otro 50%.
3) Un 85% de los hombres achaca su olvido al hecho, por otro lado evidente, de que sólo ellos necesitan levantar las dos tapas a la hora de miccionar. El 15% restante reconoce que lo hacen por fastidiar a su pareja.
4) Un 95% de las mujeres achacan el olvido de los hombres a las ganas de fastidiar. Del 5 % restante, un 50% suele miccionar de pie.

Leoncio acaba de forma bastante pesimista su obra, recomendando a las parejas que pretendan tener éxito en su relación el uso de cuartos de baños separados o la instalación de un urinario. Para los que no dispongan de espacio, recomienda la interposición de algún objeto entre la tapa y el depósito, de tal forma que sólo aguantando con la mano se pueda mantener abierta la tapa. Resulta más incómodo para el macho, pero mucho más barato, sobre todo si se compara con lo que cuesta un divorcio.

¡Buena memoria y sobre todo buena puntería!

miércoles, 15 de agosto de 2007

Coco Chanel

Siempre tuviste pluma. Sin embargo tu familia se empeñó en que fueras un macho. Nunca entendieron muy bien porqué me tienes tanto cariño. Porqué más que una amistad, parecía que había algo más entre nosotros.
Esta semana por fin tu naturaleza se abrió camino y saliste del armario. Ellos no lo han aceptado demasiado bien. Son muchos años diciéndote lo guapo que eres, para ahora tener que decirte guapa. Para mí no ha sido ningún trauma. Te sigo viendo igual, te sigo queriendo igual.
La única diferencia es que ahora, en lugar de mi lorito, eres mi lorita Coco… Chanel.




domingo, 12 de agosto de 2007

Contraseñas

Hoy en día el que más y el que menos debe memorizar una gran cantidad de números y claves. Ya casi nadie memoriza teléfonos, pero aún suele ser útil recordar el número del DNI e incluso el de la Seguridad Social. No es lógico llevar anotado en la cartera el pin de la tarjeta de débito, así que hay que retenerlo en la memoria. Pero es que hoy en día se usan muchas más claves. Si alguien descubriera alguna de ellas quizá no nos pueda hacer mucho daño, como la clave de la fotocopiadora de la oficina, pero otras, como la clave de acceso a nuestro banco por internet, puede hacernos mucho la puñeta si es descubierta.

Más ejemplos de accesos con contraseña:
- Código de operaciones bancarias por teléfono o Internet.
- Acceso a buzones de correos (normalmente cada persona tiene tres o más).
- Inicio de sesión en el ordenador.
- Accesos a otros servicios por Internet (por ejemplo, blogger).
- Acceso a aplicaciones usadas en el trabajo.
- Código del certificado digital.

Así, el usuario se encuentra con una disyuntiva: necesita poder recordar muchas claves, por lo que intentará usar claves comunes para cosas diferentes y que sean fáciles de recordar.
Pero lo anterior va en contra de la seguridad.
La mayoría de la gente usa claves relacionadas con su vida personal o familiar. No es muy habitual que se use el propio nombre, pero también se encuentra el caso. Lo normal es usar el nombre de una mascota, o la fecha de nacimiento de alguien cercano. Estas claves son reventadas con facilidad, a veces sin necesidad de un software de ataque. Por ejemplo, algunos buzones de correos permiten la posibilidad de recuperar claves olvidadas mediante la respuesta a una pregunta personal. La mayoría de la gente formula y responde a esas preguntas pensando en facilitar que sean recordadas en caso de necesidad, y no en que algún curioso puede venir algún día y robarnos nuestra cuenta.

¿Qué es lo recomendable?
Primero: Nunca escribir las claves, ni decírselas a nadie.
Segundo: No utilizar palabras que se puedan encontrar en un diccionario, y menos, que estén relacionadas con nuestra vida personal o familiar. Lo mejor es utilizar un generador aleatorio de claves.
Tercero: Intentar utilizar claves de longitud larga (al menos 6 dígitos), y a ser posible, alfanuméricas (es decir, que contengan letras y números).
Cuarto: Cambiar periódicamente las claves. Lo habitual es usar una palabra clave más el mes y el año (por ejemplo: mesa0807). Es lo habitual y lo más fácil de reventar.
Quinto: Nunca marcar la opción “recordar contraseña”.
Sexto: No compartir claves para distintas aplicaciones.

Estoy casi seguro de que casi nadie cumple alguna de estas recomendaciones. Yo mismo me salto varias. Pero es que quizás queramos ser descubiertos, ¿o no?

Y ahora un caso verídico. De pequeño había un anuncio en la tele en el que decían: ¡Contraseña! ¡De Danone! No sé si lo recordaréis. Mi hermana y yo jugábamos a que cuando alguien de la familia salía a la calle y quería entrar, al llamar tenía que dar esa contraseña. Una vez llamaron, yo pregunté la contraseña, y de fuera me llegó el ¡De Danone! Abrí la puerta ufano, esperando encontrar a mi madre, y en su lugar me encontré a un señor con bigote vendiendo muergos. Quod erat demostratum.

martes, 7 de agosto de 2007

Jefes

Si trabajas para una empresa, o eres el dueño o tienes un jefe. Eso si no tienes la mala suerte de caer en una de esas con estructura matricial, o incluso matricial tridimensional, en las que te caen dos, tres o más jefes según las funciones. ¿Cómo lidiar con esos especimenes laborales llamados jefes? La cosa no es sencilla, porque aunque todos parezcan iguales, lo cierto es que la tipología es interminable.

Me he documentado un poco, y vía Frikipedia he encontrado las siguientes clasificaciones:

Por su ascensión
Ascensión digital: O sea, de dedo, designado desde arriba.
Ascensión genealógica: Está de jefe por que lo puso su puñetero padre.
ER TREPA: Clásico entre los clásicos, básicamente trepa agarrándose donde sea. Su arma más poderosa es el cepillo. (No vamos a entrar en chistes fáciles)
Ascensión meritoria: No suele ser muy común, y no dura demasiado.

Clasificación india

Jefe Inca: Pasa todo el día en la oficina. Desde que llega a las 8 hasta que se va por la tarde, se pasa el día INCA-ndotela.
Jefe Maya: Entra a las 8 de la mañana y sale a las 9. Cuando llega media hora antes de cerrar, preguntan: "¿MAYA-mado alguien?".
Jefe Azteca: Entra y sale de la oficina, generalmente para decirle a sus subalternos "AZTECA-rgo de esto, AZTECA-rgo de lo otro".
Jefe Alapajoe: Desaparece toda la semana del trabajo, para llegar el viernes a las 3 de la tarde y soltar alegremente: "ALAPAJOE (Ahora pá joder) reunión a las 5).

Clasificación animal

Jefe León: Ruge, le da por detrás a todo el mundo, pero nunca hace nada.
Jefe Avestruz: Ante los problemas, mete la cabeza en la tierra a la espera que todo pase.
Jefe Dinosaurio: Básicamente genera ingentes cantidades de mierda.

Yo tengo mi propia clasificación, basada en la experiencia de 10 años y 8 jefes (directos, más los indirectos).

Jefe autoritario: Te deja claro desde el principio quién manda. Sus decisiones no son discutibles. Son dogmas de fe. Con él sólo funciona el “sí bwana”. Mejor pasar de él o te amarga la existencia.

Jefe coleguilla: Totalmente opuesto al anterior, trata de convencerte de que es tu amigo del alma. Como pone demasiado esfuerzo en ello, no sabes si creértelo o es que te quiere comer el coco para que trabajes más (o algo peor). Desconfía.

Jefe pasota: “No me cuentes penas, cuentame alegrías” podría ser su leif motive. No hace nada por ti, ni te ayuda cuando te hace falta, pero tampoco da por saco. Probablemente el mejor tipo de jefe. Procura conservarlo.

Jefe implicado:Le gusta tanto su trabajo que quiere estar al tanto de todos los detalles, con lo que no te deja respirar. Termina haciendo él el mismo trabajo que tú, con lo que terminas preguntándote porqué el cobra más si hace las mismas cosas. Naturalmente eso significa que el trabajo de jefe, sea el que sea, se deja sin hacer. Aquí no hay solución. Mejor cambiar de empresa.

Espero haber sido de ayuda. La Guarida ha cumplido de nuevo con su función social.

Pero bueno, ¿todavía aquí, leyendo tonterías cuando tendríais que estar trabajando? ¡A LA PUTA CALLE!

sábado, 4 de agosto de 2007

Hind vs Apache

No sé si ya os había dicho alguna vez que me encantan los simuladores de vuelo. Mis preferidos son los de helicópteros y, aunque esté feo admitirlo, si son de combate mejor. En la vida real pilotar un bicharraco de esos ya debe ser de por sí bastante emocionante, pero frente a la pantalla de un ordenador o le añades el apunta-dispara-elude misiles o te aburres pronto del reto de aterrizar en sitios difíciles.

Cuando acabé la carrera y estaba a la espera de entrar en la mili me aburría cantidad. Entonces un conocido me prestó el Hind, un simulador del helicóptero de combate ruso Mi-24, recién publicado por Digital Integration (1997). Me gustó tanto que cuando lo devolví a su dueño fui directo a la tienda a comprármelo. Era un simulador bajo DOS, pero bastante bueno gráficamente para su tiempo. En modo realista era realmente complicado de pilotar, sobre todo a bajas velocidades. Se trataba de una secuela del Apache, otro juego de similares características que nunca llegué a encontrar. La de horas que le habré echado a "eliminar" muyahidines. Aún conservo el juego en su caja, con los mapas de Afganistán y Corea. Más por cariño que otra cosa, porque tras instalar el Windows 98 SE ya no pude jugar más.

He estado algunos años huérfano de un simulador de combate de helicópteros decente. Maté el gusanillo con los helicópteros civiles que trae el Microsoft Flight Simulator y el X-Flight, pero como que no es lo mismo. Me decepcionó mucho el Comanche 4, porque más que un simulador es un arcade en 3D.

Horas de búsqueda en la web me llevaron hace poco hasta un juego ya también bastante viejo, el Apache AH-64 Air Assault, de Activision (2003). Y bueno, no es tan realista como el Hind, pero tiene una dificultad mínimamente aceptable para mis exigencias y sobre todo es bastante adictivo. ¿Dónde falla? Una de las características de un helicóptero es que al par motor sobre la hélice se opone una reacción sobre el cuerpo de la aeronave, que hace que ésta tienda a girar en sentido contrario al de las palas. Para contrarrestar este par hace falta la hélice de cola. A mayores revoluciones, mayor par, y por tanto, más caña tenemos que darle a la hélice trasera. Este efecto va disminuyendo al aumentar la velocidad de navegación del helicóptero, debido al efecto de arrastre del aire. Pues bien, a la hora de pilotar eso se traduce en que a bajas velocidades sea necesaria cierta habilidad para controlar la hélice de cola, o nuestro helicóptero girará a un lado y a otro según aumentemos o bajemos las revoluciones del motor principal. Suena difícil pero al final se hace intuitivamente, según se va cogiendo experiencia. Hace poco estuve a punto de comprarme unos pedales, que es lo que se usa en realidad para controlar este eje, pero por ahora he desistido debido a su alto precio. No descarto pedírselos a SSMM de Oriente este año, junto con una palanca de control decente, y ya puestos, una palanca de gases.

Total, que en el Hind el efecto descrito arriba había que controlarlo a mano, mientras que en el Apache lo hace automáticamente el ordenador, con lo que se pierde realismo. Otra pega viene porque a la hora de terminar la misión con acercarte al helipuerto de la corbeta vale. Quizás sea un poco masoca, pero a mí me hubiera gustado que me obligaran a aterrizar. A pesar de estos inconvenientes, se pueden echar unos buenos ratos lanzando misiles guiados o no, o ametrallando terroristas con el cañón direccionable. Eso siempre es un gustazo.

Ahora estoy a la caza y captura del Apache Longbow Assault, aunque no creo que sea muy diferente al Air Assault porque es de la misma compañía y año. Si alguien sabe de un simulador helicóptero moderno, realista y adictivo (bueno, bonito y barato), ya sabe a quién puede hacer un gran favor recomendándoselo.