domingo, 25 de marzo de 2007

Perdonen las disculpas



Pronto estaré de vuelta. Para hacer más corta la espera recomiendo dar una vuelta por los archivos. La Guarida tiene más de doscientos artículos publicados.

Por otro lado, si alguien quiere comunicarse conmigo, puede hacerlo en

Abrazos y besos.

viernes, 9 de marzo de 2007

El deporte es salud. El fútbol es un deporte. ¿El fútbol es salud?


Sé que quizás sea repetirme, pero es que desde hace meses cuento mis partiditos de los miércoles por lesiones. Si no es una cosa es otra. Quizás el deporte sea salud, pero al menos el fútbol habría que dejarlo aparte. Estoy por abandonarlo definitivamente, pero luego llega el siguiente miércoles y ¿quién se resiste?.
El gimnasio mejor, gracias. Por cierto, una curiosidad. En el que estamos han instalado un torno de entrada ¡con identificación de la huella dactilar! Ayer, día de la inauguración del sistema, funcionaba. ¿Alguna apuesta para mañana?

viernes, 2 de marzo de 2007

Lecturas de cercanías

La mayor soledad es la que se siente dentro de una multitud.
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Dentro de un vagón de tren hay poca variedad de actividades con las que matar el tiempo. Los afortunados que viajan en compañía pueden conversar, parlotear (que no es lo mismo que conversar) o simplemente compartir silencios. Otros escuchan música de sus mp3 o, los más modernizados, de sus móviles y agendas multifunción. La mayoría se dedica simplemente a respirar y a hundirse en su mundo interior, el que lo tenga. Hay otras minorías, como los aficionados al sudoku, pero son poco significativas.

De vez en cuando alguien entra y abre un libro. Esta es mi tribu. No somos muchos, a veces un par por vagón, otras ninguno. Depende mucho del tren que se trate. El de las siete de la mañana va lleno de tropa, gente joven, ruidosa, jovial y que va acompañada de otros militares. Pocos colegas de lectura aquí. En el de las ocho menos veinte predominan los estudiantes. Los que no van en bandada se enchufan los auriculares o juegan con móviles y mini-consolas. Alguno saca apuntes, pero son la excepción. El de las tres promete más. Lleva a gente que vuelve del trabajo, sobre todo mujeres, entre las que he descubierto más afición a la lectura que entre los varones. Quizás sea una estupidez, pero me alegra coincidir con gente que lee, aunque sea novelas rosa.

Hoy, sin embargo, no lee nadie en mi vagón. Ni siquiera yo, pues esta vez me dedico a escribir mientras disfruto del piano de Ludovico Einaudi. Hoy viajo especialmente solo.