miércoles, 25 de junio de 2008

What's my name?

Desde hace un par de meses se emite en televisión un anuncio del Volkswagen iGolf TDI realmente bueno. Estéticamente atractivo y relativamente novedoso, lo que más me ha gustado sin embargo es la elección de la canción.
Llevaba tiempo buscando a la banda que inunda las calles del anuncio de notas, hasta que por fin en tvspot he encontrado su pista.
No entiendo de jazz, ni de soul, ni de bandas de metal. Pero sí sé cuándo una canción me llega. Si escuchas esto y no se te empieza a mover el pie, la cabeza, los dedos, es que no tienes sangre en las venas.
Con ustedes, The Hot 8 Brass Band y su tema What's my name.

lunes, 23 de junio de 2008

Notas mentales

Adelanta el pie izquierdo. Asiéntalo firmemente en el suelo, soportando el peso del cuerpo tanto al principio del movimiento como en el momento del golpeo.

La empuñadura neutra, como si cogieras un hacha. Si giras la muñeca un poco hacia adentro bajará el golpe, evitando que se vaya lejos. Pero no demasiado o la bola acabará en la red. Eso sí, agarra fuerte la raqueta.

Mira la bola. Lánzala lo más verticalmente posible, alta, sin girar apenas sobre sí misma. Recuerda que el éxito del golpe radica principalmente en hacer bien este lanzamiento.

El brazo izquierdo quedará elevado tras el lanzamiento. El hombro izquierdo estará más alto que el derecho. El brazo derecho lo cargarás con la raqueta hacia arriba, el codo flexionado aproximadamente 90º.

Es importante separar un poco el brazo derecho del cuerpo, hacia atrás, aunque no demasiado. Eso dará recorrido al golpe.
Al lanzar doblarás un poco las rodillas, bajando el cuerpo. Volverás a extenderlas, subiendo de nuevo, en el momento de golpear.

El golpe será con la pelota alta. Así hay más ángulo. Para darle fuerza, el cuerpo será como un látigo, girando en secuencia: hombro izquierdo, hombro derecho, brazo derecho, raqueta.

Así lo has hecho hoy, y ha entrado. Recuérdalo. Que no tengas que volver a aprenderlo cada vez que juegas.



sábado, 21 de junio de 2008

El aaaaaarte a la sombrita

Título: A la sombrita
Autor: Joe McNamara.
Fecha de ejecución: 15 de junio de 2006.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Tamaño: 55 x 38 cm (10P)
Tema: Un portal de una calle de Grazalema .

El otro día mi amigo Totito me invitó a que lo acompañara a un concurso de pintura organizado por el Ayuntamiento de Grazalema. Como soy un artistaaaaa y además me apunto a un bombardeo, acepté encantado. El domingo nos levantamos tempranito y para allá que nos fuimos. Después de sellar nuestro lienzo y desayunar, nos pusimos a buscar tema. Yo lo tuve fácil. Calculé un lugar donde daría la sombra toda la mañana y pinté lo que se veía desde allí, que no era otra cosa que una puerta rodeada de plantas. También estaba mi colega, cómodamente sentado en el poyete e interpretando a su manera una ventana de la fachada de enfrente, pero no me dió tiempo a incluirlo en el cuadro.
Ni que decir tiene que no gané nada, salvo un rato estupendo en buena compañía y disfrutando del artisteo en general. Da igual que el resultado final sea a la vez "un dibujo de un niño de 11 años" (cito textualmente un comentario recibido), y también "arte para viejos", porque al parecer gustó a algunos ancianos del lugar (según me dijeron después). Es lo que hay. En cuatro horas y media es lo que soy capaz de sacar de dentro.
Porque eso es otra. En un descanso nos acercamos a ver a otros artistaaaaas, y uno con pinta de hippy, al verme mirar su obra, me dijo que no era posible copiar el aaaarte, que te tiene que salir de dentro. La primera conclusión que saqué de eso es que no soy el único que dice pamplinas sobre el aaaarte, así que definitivamente soy un artistaaaaaa con todas las aes. Lo segundo es que no debe haber nada más artístico que un eructo.
He dicho.

jueves, 12 de junio de 2008

Tan distintos, tan iguales

Desde que Charles Darwin publicara “El origen de las especies”, y más tarde “El origen del hombre”, pocos han dudado ya de que el ser humano y los animales son producto de una misma evolución.

Sin embargo, ni siquiera eso ha parado los intentos de encontrar el elemento diferenciador, el toque mágico y casi divino que nos haga especiales. El objeto de esta búsqueda, pienso yo, es de índole moral más que científica. Si somos diferentes, estará de alguna forma justificado que hagamos lo que queramos con el planeta y sus habitantes. El Génesis es un perfecto resumen de esta intención.

Los antiguos no se complicaban mucho la cabeza. El hombre tiene razón y alma, los animales no, punto pelota. Las diferenciaciones basadas en la razón han perdurado hasta nuestros días de muy variadas formas: capacidad para fabricar herramientas, capacidad para resolver problemas nuevos, etc. El hombre, el homo sapiens, el homo faber. Los demás seres de la Creación son simples autómatas programados genéticamente. Todo aquel que tenga una mascota sabe de las limitaciones de este argumento. Casi siempre son nuestros primos hermanos los primates los que desmontan uno por uno esos mitos. Fabrican sus herramientas, resuelven problemas, tienen una memoria mejor que la de muchos humanos, etc.

El argumento basado en el alma, aparte de implicaciones religiosas, también tiene reflejo en nuestros días en la prueba del espejo. Hace años, había quien aseguraba que los hombres somos los únicos que tenemos conciencia de nuestra propia existencia e individualidad, y lo probaban diciendo que ningún animal se reconocía en un espejo. Un grupo de psicólogos diseñó una prueba basada en acostumbrar al animal al espejo, y en un buen día, marcarle en la cara con pintura. Si el animal extraña la marca y se la intenta quitar, es que sabe que se trata de él. Cada día aumenta la lista de animales que han pasado dicha prueba, primates y delfines por supuesto, pero también urracas y otros animales de pequeño tamaño.El siguiente video está en inglés, pero las imágenes hablan por sí solas.



Hay quien ha argumentado sobre el comportamiento social o la moral. Otros sobre la capacidad de comunicación... Siempre hay ejemplos en la naturaleza que nos recuerda que no somos tan únicos.

Pero los animales no solo nos igualan en lo bueno, sino también en lo malo. El último ejemplo del que he sido consciente trata un tema que creía exclusivamente humano: el secuestro y la esclavitud. Los seres que tienen el dudoso honor de compartir con nosotros estos comportamientos son algunas especies de hormigas del género Polyergus, también llamadas hormigas amazonas. En Europa, por ejemplo, tenemos la polyergus rufescens.

Al parecer, estos animales están altamente especializados para el combate. Toda la especie está compuesta únicamente por guerreras. Como no son capaces ni de alimentarse a sí mismas ni a sus larvas, deben conseguir sirvientes. Para ello atacan un hormiguero de otra especie distinta y secuestran sus huevos. Cuando nacen las larvas, creen estar en su propio hormiguero, por lo que buscan comida y alimentan a las guerreras y sus crías. Naturalmente hay diferencias entre la esclavitud humana y la de las hormigas, pero en esencia se trata de lo mismo: una sociedad que usa mano de obra gratis para desarrollarse.

Así que cuando paséis cerca de un hormiguero ya no sabréis si lo que estáis observando es un kibutz agrícola de hongos, un koljoz ganadero de pulgones o una plantación de Alabama a principios del XIX.

Por último, un video (sin sonido) de una expedición guerrera. Es que está todo inventado.


jueves, 5 de junio de 2008

La fea, la buena y la mala

Esta tarde, en la cola de caja de una gran superficie, creí reconocer a una antigua compañera de colegio. No hice intento de saludarla por no estar seguro, y además porque estaba de espaldas y hablando por el móvil.

Si era ella, seguía tan fea como cuando niña, la joía.

Recordé que no me caía bien, aunque tampoco es que me relacionara mucho con ella. Entonces me entró la duda: ¿mi antipatía se debía simplemente a su fealdad?

La respuesta no es fácil , me temo. Lo bello y lo feo tienen valor moral en nuestra sociedad. La fealdad nos repele por naturaleza, tendemos a asociarla a la maldad. Si no, que se lo pregunten al pobre Frankenstein, con lo buena gente que era el tío, y nadie quería con él. No sé, quizá tenga una raíz biológica. Quizás los ejemplares mejor formados tengan mayores probabilidades de éxito, o qué se yo. Lo cierto es que los niños son crueles, y suelen tener predilección por unirse en jaurías para maltratar al que tenga las orejas despegadas, sea bizco o cualquier otra falla. ¿Habría sido yo uno de esas bestezuelas, juzgando equivocadamente a aquella pobre chica?

Empecé a sentirme mal conmigo mismo. Mientras la cola avanzaba, esperaba a que mi antigua compañera acabara su conversación para abordarla. Quizás pudiera esbozar una torpe disculpa, si alguna vez la traté mal. Enmendar el error y limpiar algo mi conciencia. Entonces le tocó a ella pagar su compra. Se lo tomó con toda parsimonia, mientras seguía hablando por el móvil. Aunque la cajera hacía rato que le había dado el cambio y el ticket, ella seguía allí parada, tranquilamente, manteniendo su conversación sin importarle lo que tuviéramos que esperar los demás. La mujer que me seguía en la cola me miró con expresión airada, buscando apoyos para decirle algo a mi ex-compañera. En lugar de comprensión, encontró una sonrisa en mi cara.

Hoy dormiré tranquilo. Seguro que si no me caía bien, no sería porque fuera fea.