miércoles, 10 de abril de 2013

Pequeñas corruptelas

La actualidad de nuestro país está dominada, aparte de por la pertinaz crisis, por los escándalos de corrupción. En el fondo, siempre se trata de un servidor público que se aprovecha de su posición para beneficio propio. Lo mismo da que sea un político, que un funcionario, que alguien perteneciente a la familia real. Lógicamente, estos casos provocan la indignación general. Sin embargo, la pregunta que me surge es, ¿se trata de casos aislados, o indican el nivel de corrupción de nuestra sociedad? 

Probablemente me equivoco, pero a veces pienso que en este país hay un alto porcentaje de personas que si no trinca es porque no puede. O al menos, ese porcentaje de personas de moral “distraída” es más alto que en el norte de Europa. 

Me ha dado por reflexionar sobre esto hoy porque he vuelto a ver el coche de la policía local aparcado en la esquina de siempre. Una esquina donde está prohibido aparcar. Los policías, como siempre, estaban desayunando en el bar cercano. También ayer me comunicaron que a una conocida la habían operado rápidamente en la Seguridad Social porque conocía a una enfermera del hospital, que “la coló” en la lista de espera. Podría poner algunos más pero no os quiero aburrir, porque seguramente tendréis en la mente otros similares. 

Son ejemplos que no son comparables a los casos de corrupción que he mencionado al principio. Pero también implican un abuso de poder, solo que a menor escala. Si bien la lógica del que hace lo poco haría lo mucho no es cierta, estos ejemplos de pequeñas corruptelas están muy metidos en nuestra sociedad. Aceptados, incluso, como parte de las ventajas de ocupar tal o cual puesto. 

 En mi opinión, ahí está la semilla del mal.