domingo, 16 de febrero de 2014

Una escalera social sin peldaños

En este blog he tratado en lo posible de no incluir muchas entradas de índole político o social. Tengo mis razones, que no vienen al caso.

Hoy voy a hacer una excepción, para hablar de un tema que me preocupa y que no veo reflejado en los medios: la movilidad social.

Se entiende por movilidad social el proceso por el que un individuo cambia de clase social con respecto a la de sus padres (movilidad intergeneracional) o durante su vida (movilidad intrageneracional). Este cambio puede ser hacia una clase más alta o más baja. En una sociedad justa, es deseable que exista gran movilidad social, basada en los méritos del individuo. De esta manera, la posición que ocupe debería depender exclusivamente de su esfuerzo y capacidad, y no de su origen o influencias.

Este concepto va parejo, aunque difiere esencialmente, del de desigualdad social. En principio sería de esperar que un país que tenga mucha desigualdad tendrá mucha movilidad y viceversa. Los que apoyan esta teoría esgrimen que a mayor diferencia entre clases, mayor motivación para ascender la escalera social. Sin embargo estudios recientes han encontrado una correlación inversa entre ambos conceptos. Así, mucha desigualdad social conlleva inmovilismo entre clases y viceversa. Aquí la explicación la encontramos en la tendencia de las clases altas a conservar su estatus y defenderlo, y las pocas posibilidades de personas de clase baja a dar oportunidades a sus hijos.

La gráfica que sigue a continuación parece refrendar esta idea. En ella se muestra la correlación entre inmovilidad y desigualdad. Nuestro país aparece en ella en un punto intermedio.


En España pasamos en la segunda mitad del siglo XX de una sociedad rígida a otra en la que los hijos podían aspirar a vivir mejor que sus padres. Una de las razones la encontramos en el cambio de modelo productivo. La sociedad industrial y agrícola de mediados del siglo XX se transformó en poco tiempo en otra en la que el sector servicios tomó un papel preponderante. Muchos empleos básicos del campo o de las fábricas desaparecieron. En su lugar se crearon empleos "de cuello blanco", que necesitaban mayor nivel formativo. Un ejemplo lo tengo en mi propia familia. Mi abuelo pasó de trabajar en el campo en su juventud a ser un obrero de la industria naval durante la segunda mitad de su vida. Mi padre, por contra, ha trabajado toda su vida en tareas administrativas; en primer lugar en las escalas inferiores, y luego como mando intermedio. Yo he podido estudiar y ejercer una ingeniería. Si consideramos el nivel medio de renta cuando cada uno de nosotros tenía 30 años, hay un progresivo ascenso, tanto en términos absolutos como relativos.

La siguiente tabla, extraída del Informe España, 2012, de la Fundación Encuentro, muestra la movilidad por grupos de edad. En ella se aprecia una tasa de ascenso social en continuo crecimiento para los españoles nacidos en la década de los 40 en adelante. El máximo se alcanza en los nacidos entre 1972 y 1976 (casualmente mi generación). A partir de ahí se ve un ligero empeoramiento, que presumiblemente se convertirá en claro descenso en cuanto se puedan recopilar datos futuros.

En esta nueva sociedad, además del dinero familiar, la posición social viene determinada en gran medida por el nivel de estudios alcanzados. Es lógico pensar que las oportunidades de ascenso social se verán muy limitadas si solo se tienen estudios básicos. En nuestro país, además, tenemos un modelo de formación profesional limitado al ámbito académico, con mala imagen y sin conexión con la realidad empresarial, con lo que los que optan por esta vía tampoco suelen poder aspirar a ocupar luego puestos de responsabilidad en las empresas. Sin embargo, la adquisición de estudios superiores mejora sustancialmente las perspectivas profesionales.

La principal razón para el incremento de la movilidad social, por ello, la encontramos en la mayor facilidad de acceso a los estudios superiores, especialmente con la llegada de la democracia. Muchos hijos de padres de clase baja o media baja pudimos estudiar en universidades públicas, algo que a nuestros progenitores estaba vedado. En un país en crecimiento, una persona con estudios universitarios, aunque fueran de nivel medio, tenía bastantes oportunidades de encontrar un empleo bien remunerado, que le permitiera subir a la clase media o media-alta.

El caso de las mujeres es todavía más espectacular. Si la mayoría de nuestras madres eran amas de casa, un importante porcentaje de sus hijas pudo acceder a la universidad, ocupando luego puestos bien pagados. La gran liberación de la mujer vino, como no podía ser de otra forma, de mano de la educación.

La siguiente gráfica, también del citado Informe España, 2012, muestra la gran correlación entre nivel de estudios y probabilidad de ascenso social.


En los años de la burbuja, por otra parte, muchos jóvenes podían encontrar trabajos muy bien remunerados sin necesidad de estudios. De esta manera, y con valores de desempleo cercanos a los de otras democracias, nuestro país vio como su clase media se engrandecía notablemente, a expensas de una disminución sustancial de las clases más bajas.

Pero llegó la crisis. Con ella, el paro, los recortes y el desmantelamiento del estado del bienestar. Aumentan las desigualdades sociales, y con ello, como hemos visto, también una peligrosa disminución de la movilidad social intergeneracional. En todo caso, lo que estamos viendo es como una gran parte de la clase media está en peligro de pasar a engrosar las filas de la clase baja o media-baja, en lo que podríamos denominar una masiva bajada de la escalera social. Si esto está ocurriendo dentro de la vida de una persona, imaginemos lo que ocurrirá con la siguiente generación.

Para empeorar las cosas, junto al desmoronamiento de la economía, estamos viviendo también un cambio en el modelo universitario. En este entorno cada vez más competitivo, no basta un título universitario medio (ahora llamado grado). Para conseguir un buen puesto de trabajo hará falta estudiar un máster en una universidad de prestigio, idiomas, etc.

Si todo sigue el derrotero actual, las clases altas serán las únicas capaces de dotar a sus hijos de unos estudios superiores en universidades "de élite". Con ello, además del patrimonio familiar, heredarán sus posiciones en la sociedad. Por otra parte, la cada vez más numerosa clase baja, será incapaz de proporcionar estudios superiores a sus hijos. O si lo hace, con gran esfuerzo, solo será en universidades y con títulos "de segunda categoría".

Volveremos pues, si no lo remediamos, a una sociedad altamente polarizada, con gran desigualdad social, casi sin clase media, y con unas barreras prácticamente infranqueables entre clases. Dará igual si te esfuerzas o si vales para ello, si naces en la pobreza ahí te quedarás. De igual manera, el más torpe o vago de la clase alta tendrá la vida resuelta desde el nacimiento.

Si esa es la sociedad que queremos, sigamos este camino. Mantengamos una formación profesional devaluada y desligada de la empresa. Encarezcamos las universidades. Fomentemos el que haya titulados de primera y de segunda. Recortemos aún más las becas. Que el hijo del pobre sea pobre, y que el hijo del rico sea rico. Porque siempre ha sido así.

Fuentes:
The Great Gatsby Curve, Alan Krueger, Economic Report of The President 2012
"La educación, determina el destino social y la movilidad de clase?", Xabier Martínez Celorrio
Informe España 2012, Fundación Encuentro, Capítulo 2
Wikipedia

Actualización, 17/02/14: Noticia de El País de hoy, De la facultad a la FP.

10 comentarios:

  1. El único consuelo es que el hijo torpe del rico seguirá siendo un imbécil.

    De todas formas, ya metidos en actualidad, a mí no me gusta el rollo que se está montando con las becas, esa idea de que al hijo torpe del pobre hay que darle becas. Me resulta sorprendente que se otorguen becas a estudiantes que no son, al menos, "notables", y que se hayan repartido becas incluso con notas inferiores a las actuales (hace unos años se concedían a alumnos con un expediente de nota media "suspenso"). Por otra parte, si miramos las becas "Erasmus"... por propia experiencia puedo decir que son un auténtico pitorreo.

    Otro asunto importante, a mi entender, que pone más difíciles las cosas a los jóvenes de hoy, es la cuestión de las lenguas autonómicas. En lugar de aprender inglés, aprenden "valencià". Si vas a un colegio privado, estudiarás "Science" y, como mucho, el profe de gimnasia te pedirá que "li dones la pilota"; si vas a un colegio público (con cuadros de profesores criados en ese fácil camino de la lengua autonómica), tu profe de deporte te dirá que le des la pelota pero el de ciencias, a pesar de Otis Reding, no tendrá ni puta de que "bay" significa "badia/bahía".

    Curiosamente muchas de las manis en contra de los recortes en Educación han hecho su bandera de cosas como las becas Erasmus o las lenguas autonómicas. Si el panorama que has pintado no es ya desolador por si mismo (¡Y viva Bolonia!), los propios profesionales de la enseñanza parecen obcecados con ese camino hacia la estupidez y la irresponsabilidad que, desgraciadamente, será causa de mayores desigualdades.

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  2. De las lenguas autonómicas ni idea. Aquí no tenemos de eso. Como dicen ahora es una cuestión de sentimientos y ahí no entro.

    Las Erasmus... Ojalá hubiera habido cuando yo estudié. O lo mismo las había, pero yo ni me enteré. Es dinero principalmente europeo, cuya principal misión es "hacer Europa". Los chavales se lo pasan pipa entretanto, lo cual no es malo en sí. Pero bueno, en caso de falta de caudales, se podría pasar sin ellas.

    Pero las becas no. Esas son imprescindibles. Si creemos en la igualdad de oportunidades, habría que dárselas a todo aquel que va aprobando asignaturas, aunque no sea un alumno notable. Si no, ya tenemos el agravio comparativo con el hijo del rico. Al alumno brillante habría que darle aún más becas, para que estudie en las mejores universidades, continúe hasta el doctorado y se dedique a la investigación. De esa manera podrá ayudar a este país inculto y miserable a salir del pozo en el que se encuentra.

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  3. Hasta estoy de acuerdo contigo en que se diesen a cualquier que marque ese nivel mínimo de aprobado. Mientras haya recursos... Pero agravios siempre los hay: es más fácil, por ejemplo, estudiar en una gran ciudad con una gran oferta educativa que tener que trasladarse de un pueblo pequeño, lejano a la facultad. Creo que el dinero que uno tenga no es la única medida para juzgar los agravios. En esos términos, y ya que las becas siguen un reglamento y unos requisitos, también se podría considerar un agravio que puedas optar a ella si los ingresos familiares son de x pero no si son de x+un euro, o que el nivel de ingresos de cada cual no se ponga a la altura del coste de la vida en el lugar donde residen. Dentro de las limitaciones que impone que las leyes sean generales, primar el rendimiento académico no siempre será un agravio.

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  4. Conste que de entrada cualquier sistema que se implante será imperfecto. Porque entre otras cosas la realidad es muy complicada. Por ejemplo, a mí me dieron una miseria de beca que no me daba ni para el transporte, cuando mi padre ganaba un sueldo pequeño, y aun amigo le daban una beca muy grande y el padre era un autónomo que ganaba una pasta gansa, pero declaraba lo mínimo.
    También están los factores que tú apuntas, y seguro hay muchos más. Pero soñar con la igualdad de oportunidades es gratis, y lo que está claro es que cada vez nos alejamos más de ese sueño.

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  5. Tu hilo me ha servido para expresar mi indignación y te agradezco la oportunidad. Ya no me pongo de acuerdo ni con los indignados: soy el primero que le metería mano a base de bien a la Educación pero, cuando veo a un montón de tipos con la camiseta verde pidiendo que no les corten el rollo a las Erasmus o que las clases se impartan en valenciano, o a profesores de primaria diciendo que no tienen 3 meses de vacaciones y que trabajan como burros y luego tardan 2 semanas en corregir 100 exámenes... Pues eso, que no me encuentro en la indignación. Afortunadamente siempre quedan pequeños rincones como el tuyo donde es posible intentar aplicar el sentido común que nos pueda quedar entre tanto disparate.

    Y eso que no hemos hablado de que han hecho una ley que prohíbe llevar tricornios o cosas que se les parezcan de manufactura casera.

    No te digo?... "País", como decía aquel.
    .

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  6. En eso estamos de acuerdo. Todo el mundo arrima el ascua a su sardina. Por ejemplo, ayer vi en El Intermedio a un celador que era el presidente de la plataforma ciudadana en defensa de la sanidad pública en el hospital de no se dónde. La citada plataforma tendrá toda la razón del mundo, pero si el presidente de la misma es un celador, como que pierde legitimidad, ¿no crees? Porque, ¿está defendiendo los intereses de los ciudadanos, los suyos propios, una mezcla?
    No digo que no pueda protestar, pero que si pertenece al personal del hospital, lo haga a través de la representación sindical o de una plataforma de trabajadores públicos, no de ciudadanos a secas, digo yo.

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  7. Muy interesante tu reflexión malatesta, desgraciadamente yo veo que vamos sin frenos y cuesta abajo hacia una irrevocable perdida de los clases medias, lo cual me entristece profundamente.
    Por cierto que yo, que soy la eterna becaria y he estudiado toda mi vida con becas, también sufría eso de ver como algunos otros hijos de autonomos bastante forrados, se llevaban becas mucho mas altas que las mias, gracias a declarar que ganaban la mitad...

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  8. Así es, illeR. Lo que no saben las élites, es que la creación de la clase media fue lo que salvó a las democracias occidentales de caer en los extremismos. Un país con mucha desigualdad será más propenso al conflicto social, a las revoluciones y a la guerra civil. Una clase media mayoritaria es la que proporciona estabilidad y paz a un país.

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  9. Lo que no sabría decir es si la clase media es dócil porque piensa que vive en una sociedad donde, igual que el puede subir, pueden subir los de más abajo o si lo es sólo por sus propias expectativas (una especie de peloteo/identificación con el poderoso). Lo deseable sería tener una clase media que sea moderada con sus propias expectativas y extremista frente a los abusos. Una clase media altruista... Ya. Es pedir peras al olmo.
    Pd.- Tanto hablar de la clase media me ha recordado a los geniales comics de Caza y su personaje Midelclás. Recomendabilísimos.

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  10. Un análisis profundo, y las conclusiones son escalofriantes. Si nadie lo impide ese es el camino que llevamos.

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