En estas fechas de paz y amor quiero hacer un homenaje a un colectivo incomprendido, injustamente vilipendiado, despreciado incluso. Se trata de esos hombres (mujeres no he visto ni una hasta ahora) que dedican su vida a cuidar de nuestros coches cuando no estamos: los vigilantes de aparcamiento urbano o a veces llamados aparcacoches.
Su invisible labor es encomiable. Porque, ¿qué sería de nosotros sin ellos? ¿quién protegería (de ellos mismos) a nuestros coches? En lugar de estar por ahí robando y extorsionando, estos bienhechores nos convencen de que lo mejor es pagarles por que cuiden de nuestros vehículos mientras están aparcados en la calle. Pero sin presiones. Con educación. A veces, hasta nos dan un papelito a cambio de nuestro dinero. ¿Quién puede pedir más?
¿Quién les puede culpar si tardamos mucho y cuando volvemos ya se han ido? Ellos no pueden estar ahí siempre. Si ya han hecho la jornada del día (algunos sacan bastante más que trabajando en la construcción), seguir recolectando euros sería ya ambición desmesurada.
Algunos vigilantes cuentan con el beneplácito municipal. Aplaudo fervorosamente a esos Ayuntamientos que potencian la figura del aparcacoches. Los mal pensados opinan que es una forma de quitarse un peso de encima, gravando a los ciudadanos con otro impuesto. Maledicientes...
Desde que ellos empezaron su magnífica labor, ahora da gusto ir al centro de las ciudades en coche. Sabes que indefectiblemente ellos van a estar ahí, y por el módico precio de un euro (166,386 pesetas, no lo olvidemos, o a veces más) te ofrecen sus servicios. Hay quien se escapa con menos o incluso no paga, pero entonces la protección no está 100% asegurada, como es natural y comprensible. Otros recorren más distancia buscando un aparcamiento no vigilado o incluso prefieren ir a pie para evitar el pago. Despreciable.
En definitiva, desde aquí todo mi apoyo y mi cariño al colectivo de los vigilantes de aparcamiento callejero. Por los cojones.
PD: Como en todo colectivo, hay excepciones. No sólo hay drogadictos y vagos en general, sino también algunos minusválidos y otros colectivos con difícil inserción en el mercado laboral, como los inmigrantes sin papeles. A estos últimos no me importa pagarles el impuesto revolucionario de aparcamiento, sobre todo si lo piden con educación y ayudan a aparcar o salir. Es a los primeros (la mayoría) a los que le dedico este sentido homenaje.
Su invisible labor es encomiable. Porque, ¿qué sería de nosotros sin ellos? ¿quién protegería (de ellos mismos) a nuestros coches? En lugar de estar por ahí robando y extorsionando, estos bienhechores nos convencen de que lo mejor es pagarles por que cuiden de nuestros vehículos mientras están aparcados en la calle. Pero sin presiones. Con educación. A veces, hasta nos dan un papelito a cambio de nuestro dinero. ¿Quién puede pedir más?
¿Quién les puede culpar si tardamos mucho y cuando volvemos ya se han ido? Ellos no pueden estar ahí siempre. Si ya han hecho la jornada del día (algunos sacan bastante más que trabajando en la construcción), seguir recolectando euros sería ya ambición desmesurada.
Algunos vigilantes cuentan con el beneplácito municipal. Aplaudo fervorosamente a esos Ayuntamientos que potencian la figura del aparcacoches. Los mal pensados opinan que es una forma de quitarse un peso de encima, gravando a los ciudadanos con otro impuesto. Maledicientes...
Desde que ellos empezaron su magnífica labor, ahora da gusto ir al centro de las ciudades en coche. Sabes que indefectiblemente ellos van a estar ahí, y por el módico precio de un euro (166,386 pesetas, no lo olvidemos, o a veces más) te ofrecen sus servicios. Hay quien se escapa con menos o incluso no paga, pero entonces la protección no está 100% asegurada, como es natural y comprensible. Otros recorren más distancia buscando un aparcamiento no vigilado o incluso prefieren ir a pie para evitar el pago. Despreciable.
En definitiva, desde aquí todo mi apoyo y mi cariño al colectivo de los vigilantes de aparcamiento callejero. Por los cojones.
PD: Como en todo colectivo, hay excepciones. No sólo hay drogadictos y vagos en general, sino también algunos minusválidos y otros colectivos con difícil inserción en el mercado laboral, como los inmigrantes sin papeles. A estos últimos no me importa pagarles el impuesto revolucionario de aparcamiento, sobre todo si lo piden con educación y ayudan a aparcar o salir. Es a los primeros (la mayoría) a los que le dedico este sentido homenaje.
Yo no uso mucho sus servicios pero me repatean igualmente. De la sub-fauna asociada al trafico los que me tocan las narices de verdad son los limpiacristales de semáforo, sean inmigrantes o producto nacional con antecedentes.
ResponderEliminarCreo que de estos no hay en Barnacity. Aqui como mucho tenemos a los rumanos limpiacristales...
ResponderEliminarPD: No soy un traidor vendido a lo anglosajón, pero regalar el 25 permite disfrutar los regalos durante más días.... :p
Soy pragmatico.
Aqui tambien hay cuidacoches o 'trapoman' como les llaman pues andan con un sucio trapo en sus manos como simbolo de su supuesta 'dignidad' u ocupacion. y si no les pagas el cristal te saldra caro....
ResponderEliminarpor cierto, Feliz año nuevo.
Tiene narices que tenga uno que pagar por aparcar en la calle. ¿No es suficiente con el impuesto de circulación? Y lo mejor es que los Ayuntamientos no hacen nada por acabar con esta practica.
ResponderEliminarAmigo Malatesta, si un paseo por el centro de tu ciudad ha provocado este comentario no te recomiendo que vayas al centro de El Puerto de compras. Aquello si que es un aparcamiento al aire libre lleno de "amables" aparcacoches.
Yo no los sufro porque Sebastian no deja que se acerquen a mi limusina; pero "drogadictos y vagos en general" me recuerda la cantidad de cocainómanos que conozco y que no faltan a sus diez horas de jornada laboral. ;)
ResponderEliminaryo de siempre los he llamado "cuquis" y no preciasmente por lo "monos" que son...
ResponderEliminarpor cierto, ya te puedes venir al gran premio de motociclismo de Jerez... aunque mi moto mola más que la tuya, chincha!!!
Jajaja, respiro sarcasmo...por aqui no hay esos personajillos, pero si que he oido alguna vez la amenaza de la foto. Una vez si tuvimos que comprarle unos kleenex a una mujer gitana que se instalo delante de nuestro coche en el semaforo y de alli no se movia...
ResponderEliminar¿Las motos también ayudan a aparcarlas??? ¿Cobran impuesto para que nadie se te haga pis en el casco que has dejao enganchao con la pitón a la rueda???
ResponderEliminarBesinessssss.
Estoy contigo, en Madrid hay muchos pero recuerdo que lo de Andalucía en general ya no tenía nombre (donde más encontré en Sevilla y Granada).
ResponderEliminarSi quiero un parking de pago ya busco yo uno con seguridad y a cubierto!
El problema de todo esto es lo de siempre, mientras se lo permitan....
Con antecedentes hay unos cuantos. No los he mencionado expresamente porque mejor que se dediquen a esto que a delinquir de nuevo, la verdad.
ResponderEliminarSaludos isleño. En El Puerto no hay forma humana de escaparse. Siempre que voy me trincan.
En cuanto a la moto, mejor que ni se acerquen, que les arreo con el candao! Por cierto Valiada, para presumir de moto hay que hacer como el menda y colgar foto. Aviso.
En mi tierra -se decía- ponían a tipos con antecedentes por abuso de menores a aparcar coches en zonas donde los autobuses escolares descargaban a sus niños... Parece forzar demasiado eso de la reinserción, y tentar a la suerte ¿no? Nuestro alcalde lo consentía sin ningún pudor, y es pepero de la viejísima escuela.
ResponderEliminarEs que sois unos vulgares. Como mi palecete está en un pueblo que se rige bajo concejo abierto, siempre votamos a Don Faustino, que tiene nombre de vino y su sangre tiene linaje de la nobleza más antigua de Europa, y allí no permitimos aparca coches, porque el requisito mínimo para censarte es tener un chofer.
ResponderEliminarJajaja, enorme crítica amigo mío. Llevaba tiempo sin visitar su entrañable bitácora y qué mejor recibimiento que éste.
ResponderEliminarUn abrazo y que pase vuestra merced felices fiestas.