Como todo internauta que se precie, he seguido con interés el debate sobre la Ley “Sinde”. No entraré aquí a argumentar a favor o en contra, que bastante se ha hecho desde ambos lados del frente, cada cual con sus razones. Pero quería aprovechar para decirle a la industria musical y cinematográfica española que por mi parte pueden estar tranquilos: con o sin ley, no me pienso descargar nada producido por ellos. A mí lo que me gustan son las series americanas y británicas.
Hace poco descubrí un blog sobre ellas. Lo recomiendo vivamente. Su título, aunque algo fuerte, es bastante significativo: El cine ha muerto. Ciertamente al cine le queda mucha vida, o al menos eso espero; pero en los últimos años ha coincidido una bajada de calidad generalizada en las salas de cine con lo que yo creo que es la edad de oro de las series. Tanto por presupuesto como por calidad interpretativa, la producción para televisión se ha ido acercando al séptimo arte hasta hacerla indistinguible de éste. Algunos capítulos de The Sopranos rivalizarían con Muerte entre las flores. Además, como vehículo expresivo las series tienen una enorme ventaja: la mayor duración permite describir evoluciones en los personajes que en el cine solo se pueden sugerir.
Un ejemplo claro está en Breaking Bad. Aunque HBO es aún mi productora de cabecera, con esta serie AMC ha ganado definitivamente mi estima, que comenzó con Mad Men. En Breaking Bad podemos asistir asombrados a la metamorfosis del decente padre, marido y profesor de instituto Walter White en el peligroso capo de la droga “Heisenberg”. ¿Una ida de olla? Pasen y vean. Actualmente estoy visionando la tercera temporada, la última hasta ahora. Los dos últimos capítulos de la segunda temporada me dejaron casi tan devastado como el final de la cuarta de Dexter, no digo más.
Spoiler ahead. Y es que nuestro psicópata favorito remontó una cuarta temporada bastante flojita con uno de los season finale que hacen historia. Uno está viendo la serie creyéndose el más listo del barrio, aburrido por un argumento repetido y predecible, y en los últimos 30 segundos del último capítulo de la temporada hacen que el mundo (tu mundo, porque tú eres en ese momento Dexter) se desmorone por completo. Tengo que ver la quinta, ya emitida en su totalidad. Me pica mucho la curiosidad saber cómo han remontado los guionistas ese clímax.
Decía antes que HBO es mi productora de cabecera. Con decir The Sopranos, Band of Brothers o Six Feet Under debería bastar. Pero es que hace unos meses Ampharou me recomendó The Wire. Las cinco temporadas de las que consta y que devoré en tiempo record son una auténtica obra maestra, a mitad de camino entre la ficción de entretenimiento y la denuncia social. Y con personajes para la historia, como Stringer Bell, Bubbles, Omar Little o McNulty, por decir solo algunos.
Dejo para el final una serie que me ha gustado menos. Se trata de Sherlock, de la BBC, una actualización del personaje de Sir Conan Doyle en la época actual. Habrá que esperar próximas temporadas, pero la primera (de tan solo tres episodios) me ha dejado bastante frío. Ni es creíble, ni ha conseguido que me encariñe con los personajes.
Cerrando el círculo. Antes de escribir este artículo he hecho la prueba de intentar adquirir un capítulo de la tercera temporada de Breaking Bad. No lo he conseguido. Ni por iTunes ni en Amazon, en ambos casos por no estar radicado en Estados Unidos. Esperemos que, haya o no haya finalmente Ley “Sinde”, sea de gratis total o pasando por caja, sigamos teniendo acceso desde nuestro país a estas joyas de la cultura occidental.
Hace poco descubrí un blog sobre ellas. Lo recomiendo vivamente. Su título, aunque algo fuerte, es bastante significativo: El cine ha muerto. Ciertamente al cine le queda mucha vida, o al menos eso espero; pero en los últimos años ha coincidido una bajada de calidad generalizada en las salas de cine con lo que yo creo que es la edad de oro de las series. Tanto por presupuesto como por calidad interpretativa, la producción para televisión se ha ido acercando al séptimo arte hasta hacerla indistinguible de éste. Algunos capítulos de The Sopranos rivalizarían con Muerte entre las flores. Además, como vehículo expresivo las series tienen una enorme ventaja: la mayor duración permite describir evoluciones en los personajes que en el cine solo se pueden sugerir.
Un ejemplo claro está en Breaking Bad. Aunque HBO es aún mi productora de cabecera, con esta serie AMC ha ganado definitivamente mi estima, que comenzó con Mad Men. En Breaking Bad podemos asistir asombrados a la metamorfosis del decente padre, marido y profesor de instituto Walter White en el peligroso capo de la droga “Heisenberg”. ¿Una ida de olla? Pasen y vean. Actualmente estoy visionando la tercera temporada, la última hasta ahora. Los dos últimos capítulos de la segunda temporada me dejaron casi tan devastado como el final de la cuarta de Dexter, no digo más.
Spoiler ahead. Y es que nuestro psicópata favorito remontó una cuarta temporada bastante flojita con uno de los season finale que hacen historia. Uno está viendo la serie creyéndose el más listo del barrio, aburrido por un argumento repetido y predecible, y en los últimos 30 segundos del último capítulo de la temporada hacen que el mundo (tu mundo, porque tú eres en ese momento Dexter) se desmorone por completo. Tengo que ver la quinta, ya emitida en su totalidad. Me pica mucho la curiosidad saber cómo han remontado los guionistas ese clímax.
Decía antes que HBO es mi productora de cabecera. Con decir The Sopranos, Band of Brothers o Six Feet Under debería bastar. Pero es que hace unos meses Ampharou me recomendó The Wire. Las cinco temporadas de las que consta y que devoré en tiempo record son una auténtica obra maestra, a mitad de camino entre la ficción de entretenimiento y la denuncia social. Y con personajes para la historia, como Stringer Bell, Bubbles, Omar Little o McNulty, por decir solo algunos.
Dejo para el final una serie que me ha gustado menos. Se trata de Sherlock, de la BBC, una actualización del personaje de Sir Conan Doyle en la época actual. Habrá que esperar próximas temporadas, pero la primera (de tan solo tres episodios) me ha dejado bastante frío. Ni es creíble, ni ha conseguido que me encariñe con los personajes.
Cerrando el círculo. Antes de escribir este artículo he hecho la prueba de intentar adquirir un capítulo de la tercera temporada de Breaking Bad. No lo he conseguido. Ni por iTunes ni en Amazon, en ambos casos por no estar radicado en Estados Unidos. Esperemos que, haya o no haya finalmente Ley “Sinde”, sea de gratis total o pasando por caja, sigamos teniendo acceso desde nuestro país a estas joyas de la cultura occidental.
Estoy prácticamente de acuerdo en todo contigo Malatesta, estamos asistiendo al mejor cine, curiosamente hecho en telivión. Todas las series que apuntas son realmente geniales, pero olvidas a Los Tudor, o El Ala Oeste de la Casa Blanca, por ejemplo, con los mejores diálogos que he visto en mucho tiempo. Discrepo en todo lo relacionado con Sherlock, creo que es una serie que adapta a la perfección el personaje novelístico de Doyle, introduciéndolo en el Londres actual, cosa que no era nada fácil por lo iconoclasta de la Inglaterra Eduardiana.
ResponderEliminarAdemás, las tramas son muy conseguidas, 100 minutos por capítulo no dan para menos, y la resolución de esos casos, con puntos sobrenaturales que se explican al final de forma racional, recuerdan a las mejores novelas de Doyle.
Desde luego la BBC no tiene nada que envidiar a la HBO, siendo esta magnífica, y no hay más que recomendar las recientes, serie y miniserie respectivamente, Luther y Red riding. También los dos títulos analizados por Von Kleist sobre Winston Churchill dan buena cuenta de ello.
The Wire es una auténtica obra maestra, solo al nivel de los Soprano, y esperemos que Scorsese mantenga el nivel en Boardwalk Empire, aunque su segundo episodio me ha dejado un poco frío.
Pasate por el blog si te apetece alguna vez, te he metido en seguidores, un saludo.
http://warblackwest.blogspot.com/
Desconozco en detalle el contenido de la Ley Sinde, y por tanto, su alcance. Pero hemos de recordar que no sólo se comparten películas o series, también música, libros, software, etc.
ResponderEliminarA mi lo que me sorprendió el otro día, que lo estaban dando cómo noticia en el telediario, y gente de treinta y pocos no entendía porque iba a ser ilegal o porque tenía que pagar por descargarse una serie o simplemente verla en un portal de esos online.
A mi particularmente me da mucha rabia todo este tema, pero porque desde la SGAE se han pasado tres pueblos siempre y se han tomado medidas muy injustas.
Respecto a las series: tomaré nota de las que comentas. Yo la última que seguí, y quedé muy decepcionado, fue: The Pacific.
Bienvenido Piru, creo que hemos coincidido visitando el blog del Mayor Reismann. Me apunto las que que has mencionado para mi lista de reproducción. Y desde luego la BBC tiene algunas series de gran calidad: The Office, Luther, etc, aunque ya digo que con Sherlock conmigo han pinchado en hueso. Te enlazo para seguir en contacto.
ResponderEliminarHola Mize. Desde luego no se puede atacar a la Ley por hacer más difícil las descargas de contenido protegido por copyright. Ya todos sabemos que eso no debería hacerse. Tampoco debería existir el canon digital, pero bueno. El ataque viene por la posible pérdida de derechos que conlleva. Aunque haya un juez de por medio, básicamente le da todas las de ganar a la SGAE en cualquier discrepancia. Te recomiendo este artículo, que lo resume muy bien. Por otro lado, a mí también me decepcionó bastante The Pacific, sobre todo si la comparamos con Band of Brothers.
Me parece genial, tienes un blog de lo más interesante.
ResponderEliminarMe gustaría aportar luz sobre la Ley Sinde: mi opinión enlaza con la tuya Malatesta, es tema un poco complicado. Claro que parece lógico que los autores cobren por sus invenciones, faltaría más, pero el otro día fui a ver Balda triste de Trompeta con toda la ilusión del mundo y me encuentro con 8 EUROS!!!! menos en el bolsillo y sin poder comprar un paquete PEQUEÑO de palomitas porque valían 3,10 estamos locos??? Esto no es más que la punta del iceberg, porque si quiero conseguir Chicago año 30 no tengo más que aguantarme porque a la productora no le ha dado la gana ponerla en el mercado (hasta este enero), o tengo que pagar 22 euros de precio medio. En fin, una locura. Por eso me parece legítimo y ético que la gente se descargue las películas mientras no haya un precio racional en el mercado.
La Ley Sinde recorta derechos como bien dices porque ahora hay una comisión que valora si hay o no descarga ilegal, y luego el particular debe recurrir de parte (ojo!!! no va al juez sino que el particular tiene que recurrir por sí mismo!!! es importantísimo porque esto no lo hace nadie) para que el juez valore solamente si hay o no descarga, es decir, si la comisión se ajusta a la ley o no. Antes los tribunales valoraban sobre si debía dictarse condena por las descargas, y evidentemente nadie dictaba sentencia. Ante esta rebeldía del Poder Judicial, la señora Sinde ha decidido que la decisión de condenar es de una comisión ministerial y la de decidir si eso se hizo conforme a la ley es de los jueces. Es una catástrofe porque al internauta le tienen pillado por los mismísimos..
Ahora bien, yo creo que el sentido de la ley, un poco como con la ley antidroga, no es perseguirnos a ti o a mi que tendremos un volumen de descargas bajo-medio, sino a aquellas personas que tienen un volumen alto (como las mafias de manteros) o también a los gestores de páginas de descargas (esto sí nos afecta, aunque bien es cierto que en Internet se cierra una página por 100 que se abren).
Un saludo y feliz navidad!
Por cierto! sí hemos coincidido en alguna entrada del Major Reisman, por eso conocí tu blog y me animé a leerlo. Un saludo!
ResponderEliminarYo no creo que las series estén marcando un nivel de calidad especialmente alto, sino que el cine actual es especialmente malo. Diría incluso que el cine se ha contagiado un poco de ese lenguaje de las series pensado para captar la atención del espectador y, por tanto, más publicitario que cinematográfico.
ResponderEliminarPor otra parte, yo aprecio más un largometraje porque no intenta mantener esa constante actividad que reina en las series. Los largometrajes tienen sus altibajos, sus ritmos cambiantes; los capítulos de serie tienen un ritmo más uniforme, y que suele ser constante a lo largo de la serie.
Antes se hacían grandes series. Yo conservo recuerdos muy gratos de algunas como "Capitanes y Reyes", "Holocausto", "Yo, Claudio". Aquellos episodios geniales de Hitchcock eran una serie, en cierto modo, pero su lenguaje era más cinematográfico, más parecido al cine, y eran estupendos.
Creo que, en general, el cine y la TV de hoy están demasiado apremiados por las audiencias, un terreno en el que al talento le cuesta despuntar. Y tienden a parecerse, lo cual no es una buena noticia. Muchos directores actuales provienen del campo de la publicidad (y algunos nada malos, por cierto).
Yo tengo pendientes para ver ahora mad men, the wire, fringe y modern families, ya te contare que tal. Cuando vea esas las proximas seran breaking bad y glee.
ResponderEliminarBuff, no veas que estres!!!
Estimado Malatesta, leído y guardado en marcadores su blog. Muchas gracias por la mención. Me honra. Espero que haya disfrutado del final de la tercera temporada de Breaking Bad, posiblemente lo mejor que hasta ahora se ha hecho en televisión. Le deseo un feliz 2011 cargado de buenas series.
ResponderEliminarDisculpe, el anónimo era yo, Hyde, elcinehamuerto.
ResponderEliminarGracias por devolver la visita. Estoy disfrutando como un enano de la 3ª de Breaking Bad. Lo malo es que me quedan solo dos episodios por ver, que probablemente caigan entre hoy y mañana. Cachis...
ResponderEliminarFeliz 2011 a vd. también :)
Hola.
ResponderEliminarSé que comento esta entrada con retraso pero es que he estado un tiempo desconectado de este mundo. Pero lo hago porque incide de modo muy atinado en una cuestión que me vengo planteando tiempo ha.
De todos modos no creo que se trate de un declive de la gran pantalla sino de que las series gozan en esta época de una edad de oro. Y ello es algo notorio desde el momento en que parecen ajustarse mejor a las circunstancias sociales. No es extraño hoy día ver como la gente apocopa los nombres de las series, lo cual es sinónimo de la frecuencia con que entran en sus vidas. Y es que la constancia que exigen las series, el vínculo para con el espectador y la perduración de la misma durante temporadas excede de lo que puedan ofrecer las diversas sagas de un simple filme. La película se puede ver antes o después, pero a nivel social existe un incentivo tendente a ser el primero en estar al día de las novedades de la serie de que se trate. Por no hablar de las discusiones entre los fanáticos de una u otra, que llegan a extremos inusitados cuando se trata de dilucidar cual es mejor.
En lo que a mi respecta, en lo que al ámbito bélico se refiere, tengo que señalar que el proceso es el mismo. Producciones como "Hermanos de sangre" (HDS) o "The Pacific" han supuesto un desliz cualitativo en favor de las series y que, obligan y obligarán, a mejorar las producciones cinematográficas futuras, en el sentido de que el nivel ahora está más alto.
En lo demás, he de señalar que, bien que la última temporada me parece decadente, soy (o, mas bien era) seguidor de Prison Break. Para mi gusto, sobre todo la primera y la segunda temporada, la mejor serie de todos los tiempos. Sobre todo teniendo en cuenta el notorio dato de la decepción que me causa "The walking dead".
Saludos Malatesta.
Completamente de acuerdo en que se trata de un fenómeno social. Anda que no echo buenos ratos hablando con Ampharou de nuestras series favoritas. Como tema de conversación es todo un descubrimiento.
ResponderEliminarNo visioné Prision Break. Quizás porque me la recomendó una piba que estaba loquita por el protagonista, y eso, en mi opinión, le quitaba bastante objetividad, je, je.