sábado, 30 de julio de 2022

Dibujos, marzo a julio

Sabía que hacía bastante tiempo que no subía dibujos, pero no imaginara que fuera tanto. Excusatio non petita accusatio manifesta, así que en lugar de improvisar alguna excusa, vamos al lío.

Mi animal preferido no podía faltar en la libreta de los bichitos...

Este año, por el día del padre, y junto a alguna cosilla más, le regalé al mío este humilde dibujillo de cuando visitamos juntos el Museo de la Armada de San Fernando. Mi amigo Juan Miguel De Pablo Urban ha escrito un magnífico libro sobre el rol paterno y su función como buen modelo para la masculinidad. Mi modelo es Domingo, el de la Jeroma, y en él me reconozco en cada detalle. Desde mi costumbre de silbar y andar manos a la espalda, hasta en mi dificultad para decir no. Mi padre no es perfecto, como yo tampoco lo soy; pero ha sido y es un padre ejemplar. Te quiero, papá.


Fuimos a dibujar a Jerez de la Frontera... O esa era la intención, porque cuando fui a coger los trastos del maletero del coche, me los había dejado en casa. Así que en su lugar nos dimos un paseo, que aproveché para hacer fotos, con la intención de dibujar alguna en casa. La que elegí finalmente es esta vista de El Gallo Azul, entrando en la calle Lencería desde la plaza del Arenal. Ya estaban preparando los asientos de la carrera oficial para la Semana Santa. Tinta y acuarela, salvo el cielo y el suelo, que llevan algo de guache blanco mezclado para dar opacidad y uniformidad.


Llevaba tiempo sin usar la libreta Hahnemühle con papel beige. Un tiburón es un motivo tan bueno como cualquier otro para seguir practicando el guache. En esta ocasión lleva lápiz pastel para añadir texturas. Como casi todo lo que tiene que ver con el guache, lo aprendí del maestro James Gurney. Por cierto, me he comprado su libro Color and Light, y lo he disfrutado un montón. Muy recomendable.


De nuevo la combinación guache y pastel en la Hahnemühle. Esta vez tomé de referencia una foto que me hizo mi compañero durante la Ruta de la Cueva de las Dos Puertas. El lápiz pastel vino genial para añadir textura a la piedra.


Este ultimo dibujo lo empecé una fresca mañana de abril, mientras Lunaria y yo desayunábamos en nuestro lugar favorito. Lo acabé una calurosa tarde de julio, también in situ, pero con una luz y una temperatura totalmente distintas. Seguro que el motero que se tomaba tranquilamente el café aquella mañana, un conocido mío de la Universidad, no hubiera aguantado con la chaqueta puesta ni 5 minutos con estas temperaturas. Esta vez he experimentado un poco con la técnica. En lugar de sólo tinta y acuarela, o sólo guache y pastel, esta vez he usado todos esos medios. No me disgusta la apariencia final. Una de las camareras del hotelito, me pidió una copia. ¡Éxito! Le hice llegar el dibujo al motero a través de un amigo común, y al parecer se ha visto favorecido. ¡Éxito doble!


Una curiosidad para acabar. Acostumbro ahora compartir los dibujos en el estado de whatsapp cuando los acabo. Cuando compartí éste, mi amiga P. me respondió diciendo que conocía al motero que aparece; que le había dado clase alguna vez. "No puede ser", dije, "¡Si es un dibujo muy chiquitín!". Mi amiga buscó una foto del chico, y sí, era él. ¡Éxito triple!. 

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