Aún puedo recordar perfectamente tu carita de niña triste, sentada en el mismo bordillo todos los recreos. Cuántas veces me reproché ya de mayor, el no haberte tendido una mano, el no haber sido tu único amigo. A veces fantaseé con la absurda idea de que algún día te volvería a ver, que encontraría las palabras adecuadas y perdonarías mi falta de valor, mi infantil vergüenza.
El otro día, como acostumbro a hacer algunas veces, pasé mi media hora de desayuno sólo, sentado en unas piedras junto a la playa. Allí, relajado, escuchando el ruido de las olas, tu rostro volvió a mi memoria. Y entonces pensé que quizás fuera por tu elección.
Nunca supe tu nombre. Quien sabe, quizás sea Soledad.
Ahora resultará que la conoce Beaumont y chatea con él.
ResponderEliminarTodos tenemos esa chica con la que nos planteamos "¿Y si...?"
ResponderEliminarUn saludo!
Igual se llamaba Ana...
ResponderEliminarYa no servirían de mucho tus palabras ¿no crees?. Yo creo que en todos los patios de recreo del mundo hay una Soledad , bien sea chica o chico. En mi patio había un chico que se comía el bocadillo cada día sentado en el mismo peldaño, día tras día, año tras año. Siempre solo. Y nunca pensé por qué, simplemente era "el raro". Tampoco supe nunca si su marginación era impuesta o voluntaria. Quién sabe.
ResponderEliminaryo soy soledad
ResponderEliminarPuede que no necesitara nada, solo estar sola... ¿Quien sabe si la vuelves a encontrar algún día? Ya sabes lo que dice otro bloguero... le mundo es un pañuelo jeje
ResponderEliminarClaro que no servirían de nada las palabras. Probablemente saldría corriendo. Pero es que esa niña existe como la he descrito sólo en mis recuerdos. Lo mismo -ojalá- sea ahora una mujer feliz, quizás con hijos, quién sabe, y lo que menos le apetezca es que alguien le recuerde cuando era una niña tímida y marginada.
ResponderEliminarLo curioso de la historia es precisamente que la haya recordado tantos años más tarde. La memoria es muy selectiva. No recuerdo gran parte de los detalles de mi niñez, pero su imagen en el bordillo se me ha quedado grabada.
Me has hecho pensar y me he dado cuenta de que a gran parte de la gente que recuerdo del pasado (y que no he vuelto a ver en 25 años) la recuerdo en un escenario concreto. Si pienso en L., está junto al eucalipto; si pienso en J., en el patio interior del cole; R. siempre estará en el asiento de atrás de un coche, con un mini-salero-llavero en la mano...
ResponderEliminarY digo si no estaremos despreciando el poder de la escenografía, o sea ¿Qué importancia tienen los escenarios en esos recuerdos de personas? ¿Recuerdo a L o el olor de los eucaliptos?
Que curioso Malatesta, esta historia se parece mucho a una que escribí hace poco. la diferencia es que yo si conocí a la niña y nos reencontramos en marzo, 20 años después. Revisa un post llamado "Amistad sin edad", está como 5 publicaciones atrás en mi blog.
ResponderEliminarque estés bien
Giuseppe Tanino
Mientras perdure la intriga perdura en la memoria.A veces es mejor montarse tu propia historia que destrozarla en un ataque de nervios...quien ha dicho que hablo por experiencia!!!
ResponderEliminarUn saludo amigo
Ismo, para que rememorar el pasado si ahora puedes pensar en Pepinho
ResponderEliminarGuau! has regresado, y mejor que nunca. Besos
ResponderEliminarHay que ver con cuatro palabras la de sentimientos que has removido. A esa niña que todos hemos visto alguna vez efectivamente le deberiamos pedir perdón por capullos y tenderle la mano.
ResponderEliminarEn los patios de los colegios durante el recreo hay de to pero también podemos encontrar mucha maldad junta.
ResponderEliminarHay gente que elige la soledad como compañera de viaje. Es su elección. Es así de simple.
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