lunes, 10 de agosto de 2009

¿Qué hacemos, nos montamos?

Ayer sábado se produjo un accidente aéreo sobre el Hudson, en Nueva York. Una avioneta colisionó con un helicóptero turístico de Liberty Helicopters que acababa de despegar del helipuerto de la calle 30th.
Hay tres helipuertos y varias compañías “sightseeing” que operan en NYC. Sin embargo, cuando el año pasado Mizerable y yo hicimos nuestro viaje a la ciudad, elegimos precisamente esa compañía y ese helipuerto. Por 150 pavos nos dimos el capricho, aunque mentiría si dijera que no nos lo pensamos dos veces.


Hoy, cuando me he enterado de la noticia, la primera impresión ha sido: pues no era tan seguro como decían. Analicémoslo.
Lo primero es hacer unas cuentas. Pongamos 5 compañías, operando con dos helicópteros cada una, una duración de 20 minutos por vuelo, 10 horas al día. Son más de 100.000 vuelos anuales. Evidentemente estos números son sólo una estimación, probablemente sean muchos más. Por otra parte sólo he encontrado noticias de un accidente más, sin víctimas, que tuvo lugar hace unos años.
La divisa de la compañía Liberty Helicopters es “Flying safely for over 20 years”. En esos 20 años, dos accidentes. Las probabilidades de sufrir uno si te montas sólo una vez en la vida resultan ser de 2/(20*100.000) = 0,000001, es decir, una entre un millón. Por su parte, según un estudio del National Safety Council, las probabilidades de morir en accidente de coche, por ejemplo, son aproximadamente de 1 entre 261. No cada vez que te montas, claro, sino a lo largo de toda tu vida. Pero como yo no creo que me vuelva a montar en helicóptero en NYC, puedo hacer la comparación.
Ahora bien, lo que yo no sabía es que en el espacio aéreo sobre el Hudson, a menos de 1300 pies que es donde operan los helicópteros y aeronaves ligeras, no existe regulación del tráfico aéreo. La regla es “observar y ser observado”. La única medida de seguridad que existe es una frecuencia de radio disponible para todo el que se meta en semejante avispero. Pero ni siquiera es obligatorio su uso. Por otra parte, el espacio aéreo es muy grande en comparación con el tamaño de las aeronaves, por lo que la probabilidad de un choque es pequeña.
Todo el que haya volado en una avioneta sabe lo limitado que es el campo visual disponible. El helicóptero tiene más, pero tampoco es total. No es improbable que no veas una avioneta acercarse por tu espalda, o un helicóptero que sube bajo tu morro. Algo así debió pasar esta vez.
Creo que dejar la vida de las personas sólo en manos de la suerte y la pericia de los pilotos, por poco probable que sea la colisión, no es más que una irresponsabilidad.


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