jueves, 8 de marzo de 2012

La eclíptica (II)

Una vez os hablé de la eclíptica, esa línea imaginaria que marca el plano de nuestro sistema solar. Los que queráis visualizarla en el cielo nocturno tenéis esta semana una oportunidad bastante buena. Se da la circunstancia de que durante más o menos una hora, tras el anochecer, son visibles a simple vista y al mismo tiempo los tres planetas más luminosos: Venus, Júpiter y Marte.
Hoy jueves, la hora más propicia será sobre las 21:30. 
Venus, el lucero del alba, brillará esta noche con una magnitud de -4,19 (a más negativo, más brillo). Lo encontraremos a baja altura sobre el horizonte, a poniente, cerquita del sol recién puesto.
Júpiter, ya no tan brillante como el año pasado, estará solo unos pocos grados más arriba que Venus. Tendrá una magnitud de -1,73.
 

Si giramos nuestra vista al este, sobre una luna llena y en su máximo esplendor (magnitud -12,39), encontraremos a Marte, el planeta rojo. De hecho, si afinamos nuestra vista, podremos percibir que su brillo es algo anaranjado. La luz de la luna restará algo a su brillo aparente, que de otra forma sería mucho más destacado por estar actualmente en oposición al sol. Esta noche luce con una magnitud de -0,76.


Uniendo en el cielo los planetas, tendremos una idea aproximada de la localización de la eclíptica, tal y como se muestra en la siguiente imagen.


En fin, una excusa como cualquier otra para alejarse un poco de la luz de la ciudad a admirar otros mundos, tan cercanos y tan lejanos a un tiempo.

2 comentarios:

  1. Buenas malatesta.

    Poder contemplar estos espectáculos es algo que no tiene precio. Sinceramente, me abruma la idea de que algo que contemplamos tal que así puedan ser planetas y, del mismo modo, se me antoja increíble que se trate de cuerpos que están a millones de kilómetros de distancia. Las eternas limitaciones del ser humano, cuerpo finito por excelencia, frente a la inmensidad y eternidad del espacio exterior.

    Un saludo.

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  2. Gracias por comentar, Wittmann. Ni que lo digas. No hay mejor manera de ponerse en perspectiva y darse cuenta de lo insignificantes que somos, que contemplando cielo estrellado una noche clara.

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