miércoles, 14 de junio de 2006

El pintor de batallas

Sabido es que soy fan del señor Pérez-Reverte. Mi sobrenombre lo atestigua. Aunque ahora que pienso fan no sea la palabra adecuada. El fan, barbarismo que proviene de fanático, es por definición un incondicional de alguien o algo. Y yo no estoy dispuesto a dar nada por bueno sin condiciones.
Eso, justamente, es lo que me ha pasado con la última novela de don Arturo, “El pintor de batallas”. Si bien mi pluma no tiene la valía suficiente para criticar la de nadie, me atreveré, como lector, simplemente a dar mi opinión sobre el libro.
El argumento es interesante. Un antiguo fotógrafo de guerra (supongo que un nuevo alter ego del escritor) se retira a una atalaya costera abandonada, con la intención de pintar un mural centrado en el tema bélico. Allí es visitado por alguien cuya vida cambió por culpa de una de sus fotos, con la intención de matarle. Pero antes han de comprenderse mutuamente. El fantasma de una mujer, muerta en acción, sobrevuela continuamente sobre la historia.
Hasta aquí bien. Pero es el desarrollo donde el novelista, y con él la novela, se pierden. Es comprensible el interés del escritor por el tema, dado su pasado como reportero de guerra. Él puede, mejor que muchos, hablar con conocimiento de causa sobre las maldades y sufrimientos que provoca. Pero es que en esta novela se pasa tres pueblos, creo yo. Más que aversión, los personajes parecen sentir verdadera atracción morbosa por la destrucción y la muerte.
Además, el escritor se emperra en hacernos tragar una teoría según la cual la guerra es donde se muestra de forma más genuina la “geometría caótica” de la realidad. Eso es lo que trata de expresar el pintor en su mural, y a ese tema vuelve una y otra vez en cada visita de su verdugo. Imagino que Pérez-Reverte habrá leído algo sobre la teoría del caos (me gustaría pensar que en esta misma página, aunque va a ser que no) y la ha querido aplicar como sistema filosófico rector del universo. No es para tanto, hombre, no es para tanto. Es el tema del destino y las casualidades que gobiernan nuestra vida, junto con una visión hobbiana del hombre, pero con cierto barniz científico y empapado por todos lados de muertos, violaciones y el resto de bestialidades de las que somos capaces los seres humanos en cuanto nos dan un uniforme y nos dan licencia para matar.
Por lo demás, el libro puede entretener algunas horas a aquel que le guste el estilo directo del Académico de la Lengua. Tiene algunas partes interesantes, como ciertos diálogos o la documentación sobre pintura relacionada con la guerra. El resto basurilla pseudofilosófica y algo morbosa, a mi modesto entender.
En definitiva, agua, Arturo. Esperaré con impaciencia su próximo libro, a ver si la cosa mejora.

13 comentarios:

  1. Ya me mosqueó con su visión absolutamente parcial de Trafalgar. Como está en las alturas, debe estar empezando a faltarle oxígeno. Lástima, porque me divertía.

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  2. Veo que tu nueva vida va de perlas. Estos síntomas lo atestiguan. ;)

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  3. Está bien que no seas incondicional a nada ni nadie, ser capaz de razonar por ti mismo y expresar tu propia idea sobre lo que te provoca la lectura de este libro, no que caigas en un lado u otro por lo que digan los demás que se creen expertos, y en la vida de uno, el experto sólo puede ser uno mismo...

    Ojalá tengas suerte la próxima vez y puedas disfrutar más con su nueva novela, yo mientras tanto sigo disfrutando de sus letras cada domingo en el desayuno...

    Un beso.

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  4. criticamos la critica y al mismo tiempo pontificamos. Buena paradoja. ;)

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  5. Pues a mi de él sólo me gusta su artículo Semanal. Y el nombre, como dice la cabecera de mi blog.

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  6. No puedo hablar del pollo, porque sólo he leído uno: "La sombra del águila". Pero si deberías leer antes las críticas , para por lo menos ir sobre aviso.

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  7. Mi relación con APR terminó justo cuando acabé ‘La piel del tambor’ (juro por dios que no dejaré un libro a medias) con la sensación de que me habían estado tomando el pelo durante 600 páginas. Me parece que lleva mucho tiempo viviendo de lo mismo, su corresponsalía debe ser emérita.
    Huyo por definición de los jactanciosos, de los que presumen de saber, de los que sientan cátedra a cada palabra... pero claro, ¿cómo no serlo, si hasta tenía barco en Trafalgar? (En los paneles informativos instalados para la conmemoración de la batalla, aparecía el barco ‘Antilla’, ficción del libro ‘Cabo Trafalgar’ como si realmente hubiera participado en la contienda).

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  8. Mizerable, el libro fue un regalo. De todas formas probablemente lo hubiera terminado leyendo, para comprobar por mí mismo la verdad. Es curioso. No había leído ninguna crítica antes de hacer la mía (para no sesgarme), y la que has colgado coincide casi punto por punto con la que yo he hecho.
    Sea como fuere sigo recomendando sus artículos en El Semanal (hay un enlace entre mis links), y la mayoría de sus novelas.
    Nota a navegantes: la semana que viene estaré fuera, así que nos leemos a la siguiente.

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  9. Es bueno tener criterio, los fanatismos y extremos nunca son buenos...
    Pasalo bien en tu viaje...

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  10. vaya pues siento deciros que no me entero.. si quereis leer algo magico leeros la vieja sirena de Jose Luis San Pedro sinceramente genial

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  11. Yo no conosco ese autor...pero si me ha pasado con autores que fascinan con unas letras y decepcionan con otras...admiro que llegues al final del libro, en mi cosciencia hay varios dejados al primer capitulo que me hacen muecas desde las repisas...jajajaja
    y yo se las devuelvo!
    Feliz viaje!
    saludos

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  12. Con el regalo acertásteis, Seis Doble. Si no me lo regaláis, lo hubiera comprado yo. Y al fin y al cabo, me dió unas horas de entretenimiento.
    Besos desde el "otro mundo".
    Del viajito ya llegué, menos mal. Anda que no hemos pasado calor ni ná...

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