jueves, 29 de junio de 2006

En la consulta

- Buenos días.
- Buenas noches, usted dirá.
- Verá doctor, es mi blog, que está algo pachucho.
- Muy bien, déjeme verlo. Mmmmm, sí, está claro, no hace falta leer más. Padece un ataque de melancolía post-traumática, agravada con altas dosis de autocompasión. Como consecuencia, los niveles de ñoñería e insulsez están por las nubes. ¡Ahhhhh! Perdone, me ha entrado sueño con su lectura.
- ¿Y eso es muy grave?
- Grave es no tener qué llevarse a la boca, caballero.
- Bueno, pero ¿tiene cura?
- Todo lo tiene, salvo el borrado a bajo nivel. Recomiendo una lobotomía total a nivel de blogmaster.
- Oiga, ¿no le parece demasiado radical?
- Cualquier otra cosa va a ser parchear. Además, si sale mal la operación nadie se va a dar cuenta del cambio.
- Mire, me viene mal afeitarme la cabeza. El sol, ¿sabe?. ¿Qué otras cosas puedo hacer?
- Bien, le voy a recetar algunas cosillas. Pero recuerde, sólo van contra los síntomas, no contra la raíz del mal. En primer lugar, incluya en su blog todo el sexo que pueda. Espere, que le extiendo una receta. Aquí tiene.
- Gracias doctor, aunque temo que las amigas que lo visitan habitualmente se sientan ofendidas.
- No se preocupe, hombre, si ya están acostumbradas. Es casi imposible ver un rato la tele sin hartarse de ver carne de hembra semidesnuda. Además, un poco de polémica nunca viene mal. Es más, algún que otro insulto gratuito animaría un poco el cotarro. Veamos... este Pacoelflaco, por ejemplo, es vasco ¿no? pues lo tilda de caleborroqueño a las primeras de cambio y ya verá qué bien. Se le va a animar el blog una barbaridad, se lo aseguro.- De eso nada, doctor. Las personas que suelen visitar mi blog son amigos. Antes lo cierro que ofenderles. Además, lo que usted dice es totalmente falso. Tiene que darme otra solución.
- Está bien, está bien, sin personalizar entonces. ¿No hay algún colectivo que le caiga antipático? Los gays, por ejemplo. Ahora están de moda, así que vaya contracorriente.
- Pues mire, no. Bueno, siempre me han caído mal los suizos en general. Ya sabe, con su neutralidad interesada, sus paraísos bancarios para delincuentes, su xenofobia, su población armada hasta los dientes, etc.
- Hombre, no caen tan cerca, pero puede valer. Seguro que hay algún suizo por ahí que se siente ofendido, y ya está encendida la mecha. Lo que tiene que hacer es meter como coletilla, aunque no venga a cuento, insultos gratuitos a los suizos. Por ejemplo, “eres más sieso que un suizo con hemorroides”, y cosas así. Puede también inventarse noticias, como: la Universidad de Torino ha publicado un estudio según el cual el 95% de los suizos sufren de halitosis. Eso puede ser el sello de la casa.
- Gracias doctor, seguiré sus consejos. Mírelo, si ya parece más animado y todo. Es tan majete... Dígame que no le entran ganas de darle un beso y todo.
- Sí hombre, sí. (Todos dicen lo mismo). ¡El siguiente!

miércoles, 28 de junio de 2006

Fraude (II)

No han sido 10 días. Ni un mes. Al final casi dos meses sin internet en casa por culpa de un comercial sin escrúpulos y acento rioplatense. Che, que conste que no soy un boludo xenófobo. La concha de su madre...
La cosa es que al fin vuelvo a tener ADSL. Lo malo es que me llevo tantas horas delante de un monitor en el curro, que ahora no sé si lo usaré. Ahora sí: me estoy haciendo con una colección de modems...

lunes, 26 de junio de 2006

Cervantes

Fue el verano entre primero y segundo de carrera. Mi padre me había pedido que fuera a darle de comer a los perros, y les diera una vuelta por el pinar. Una vez allí, me encontré con un chaval de mi edad con el que hago buenas migas, a pesar de tratarlo poco. Estábamos charlando cuando de pronto vimos que los perros levantaron un pajarillo que apenas podía volar. Corrí a cogerlo, antes de que los perros lo pillaran y lo mataran.
Se trataba de un jilguero joven, nacido ese mismo verano, que tenía un plomazo en un ala. Lo llevé a casa, y mi padre le curó el alita con mercromina. A los pocos días se la tuvimos que cortar, ya que le colgaba muerta y únicamente era ya un estorbo.
Por aquel entonces estaba yo leyendo el Quijote, así que darle nombre al pajarito fue fácil. Ya que había perdido un brazo en acción de guerra, como Don Miguel, qué mejor nombre que el del más ilustre manco de nuestras letras.
Al principio Cervantes era arisco, lógicamente. Me lo tuve que ganar por el buche. Reconozco que fui un poco malo con él. Le tuve casi un día sin comer, así que el pobre no tuvo más remedio que acudir a la mano si no quería morir de inanición.
Poco a poco nos fuimos haciendo amigos. Yo decía que Cervantes también se merecía una ingeniería, ya que me acompañaba durante las largas horas de estudio. Le preparé un poyete hecho con un lápiz y dos pinzas, y allí se quedaba quietecito mientras yo resolvía ecuaciones diferenciales. Como era muy asustadizo, cada vez que mi hermana o mi madre entraban en la habitación, él intentaba echar a volar. Naturalmente, con un ala menos lo que conseguía era un extraño mortal lateral, que casi siempre acababa con un sonoro “clonc” en el fondo de la papelera de hojalata que tenía junto a la mesa. De allí lo tenía que rescatar para volverlo a colocar en su atalaya. Nunca se hizo daño, lo cual aún logro explicarme. Posiblemente sea una presunción muy arriesgada, producto más de mis deseos que de otra cosa, pero creo que Cervantes fue feliz. Le hice un arbolito con una rama seca, y casi todos los días lo soltaba en el balcón. Nada más abrirle la jaula, Cervantes se montaba en la maceta y saltaba de ramita en ramita hasta la más alta. Lo que más le gustaba era los cañamones. El problema es que eran muy duros para su piquito, así que yo se los tenía que abrir previamente como si fueran pipas. Una vez los cogía de mi mano, y antes de comérselos, Cervantes emitía un “pío” especial, algo así como “piiiiiiu”, mientras se balanceaba de un lado a otro. Algo que no hacía en ninguna otra circunstancia. Podréis decir lo que queráis, que nadie me podrá convencer de que no estaba dándome las gracias.
Nadie está aquí para siempre, y Cervantes no era una excepción. Se fue haciendo viejecito a nuestro lado, y con la vejez vinieron los achaques. Le entró asma, pero no por eso perdió la alegría. Una veterinaria nos recomendó sesiones con Vicks Vaporup, y cada vez que mi hermana le ponía la cazuela con vapor bajo la jaula, el pajarillo se ponía muy contento y no paraba de cantar. El día que llegó su hora, lo enterré en el mismo pinar donde lo encontré.
Es increíble lo que se puede querer a los animales. Después de tanto tiempo, aún hoy me emociona hasta la lágrima el recuerdo de un simple jilguero. Pero no era un simple jilguero, era Cervantes, mi Cervantes.

miércoles, 14 de junio de 2006

El pintor de batallas

Sabido es que soy fan del señor Pérez-Reverte. Mi sobrenombre lo atestigua. Aunque ahora que pienso fan no sea la palabra adecuada. El fan, barbarismo que proviene de fanático, es por definición un incondicional de alguien o algo. Y yo no estoy dispuesto a dar nada por bueno sin condiciones.
Eso, justamente, es lo que me ha pasado con la última novela de don Arturo, “El pintor de batallas”. Si bien mi pluma no tiene la valía suficiente para criticar la de nadie, me atreveré, como lector, simplemente a dar mi opinión sobre el libro.
El argumento es interesante. Un antiguo fotógrafo de guerra (supongo que un nuevo alter ego del escritor) se retira a una atalaya costera abandonada, con la intención de pintar un mural centrado en el tema bélico. Allí es visitado por alguien cuya vida cambió por culpa de una de sus fotos, con la intención de matarle. Pero antes han de comprenderse mutuamente. El fantasma de una mujer, muerta en acción, sobrevuela continuamente sobre la historia.
Hasta aquí bien. Pero es el desarrollo donde el novelista, y con él la novela, se pierden. Es comprensible el interés del escritor por el tema, dado su pasado como reportero de guerra. Él puede, mejor que muchos, hablar con conocimiento de causa sobre las maldades y sufrimientos que provoca. Pero es que en esta novela se pasa tres pueblos, creo yo. Más que aversión, los personajes parecen sentir verdadera atracción morbosa por la destrucción y la muerte.
Además, el escritor se emperra en hacernos tragar una teoría según la cual la guerra es donde se muestra de forma más genuina la “geometría caótica” de la realidad. Eso es lo que trata de expresar el pintor en su mural, y a ese tema vuelve una y otra vez en cada visita de su verdugo. Imagino que Pérez-Reverte habrá leído algo sobre la teoría del caos (me gustaría pensar que en esta misma página, aunque va a ser que no) y la ha querido aplicar como sistema filosófico rector del universo. No es para tanto, hombre, no es para tanto. Es el tema del destino y las casualidades que gobiernan nuestra vida, junto con una visión hobbiana del hombre, pero con cierto barniz científico y empapado por todos lados de muertos, violaciones y el resto de bestialidades de las que somos capaces los seres humanos en cuanto nos dan un uniforme y nos dan licencia para matar.
Por lo demás, el libro puede entretener algunas horas a aquel que le guste el estilo directo del Académico de la Lengua. Tiene algunas partes interesantes, como ciertos diálogos o la documentación sobre pintura relacionada con la guerra. El resto basurilla pseudofilosófica y algo morbosa, a mi modesto entender.
En definitiva, agua, Arturo. Esperaré con impaciencia su próximo libro, a ver si la cosa mejora.

lunes, 12 de junio de 2006

Coriolis

Andaba yo hace tiempo queriendo tratar algún tema físico. Y no me refiero a los gimnasios, ni al deporte ni al sexo. Sino a la Física, que pongo en mayúsculas por lo mucho que me gustó siempre esa materia. Y eso que en el instituto me tocó un profesor que... En fin, corramos un tupido velo.
Pues bien, hoy he encontrado tema. Tonteando por la wikipedia he llegado a un artículo
bastante completito sobre la fuerza de Coriolis. ¿Mande? Diréis alguno. Sí hombre, Gaspard-Gustave Coriolis, de los Coriolis de toda la vida.
En pocas palabras, la de Coriolis es un caso particular de fuerza de inercia, observada en sistemas de referencia sometidos a rotación. Como todas las fuerzas de inercia, si nos colocamos en un sistema de referencia externo, no sometido a rotación, comprobaríamos que dicha fuerza es ficticia, y el efecto observado es simplemente consecuencia de la rotación del sistema.
La Tierra es un sistema de referencia en rotación. Cualquier masa en movimiento experimentará una fuerza que la desvía de su trayectoria, perpendicularmente a su velocidad y a la rotación terrestre. Esta fuerza es de pequeño valor, ya que la velocidad de giro de la Tierra es pequeña (1 vuelta al día, lógicamente). Así, Coriolis es responsable de que los anticiclones y las tormentas giren, y además, lo hagan en sentidos opuestos en el hemisferio norte y en el sur.
El que más o el que menos recordará aquel capítulo de los Simpson en el que van a Australia. Aparte de la invasión de sapos y el incidente diplomático provocado por Bart, una de las cosas que sale es un retrete especialmente diseñado para que el agua gire a derechas al desaguar, como en los USA.
Hasta hoy mismo yo también pensaba que Coriolis hacía girar el agua de los desagües en distinto sentido en ambos hemisferios. De hecho, lo primero que hice al llegar a mi hotel en Sydney fue abrir el grifo del lavabo para comprobarlo (sólo para darme cuenta de que no recordaba cómo giraba en casa, si a izquierdas o a derechas, qué chasco). Pues nasti de plasti. Según el artículo reseñado, esta fuerza sólo es observable en grandes sistemas o a largo plazo. En un sistema pequeño y de evolución rápida como un desagüe, el efecto de Coriolis, aunque existente, es despreciable frente al resto de posibles influencias.
Otra leyenda urbana que se va por el retrete. Claro que ahora no queda claro: ¿a derechas o a izquierdas?.

viernes, 9 de junio de 2006

Miserable

“WILSON: No te gustas, Greg. Pero te admiras tanto... Es cuanto tienes y te aferras a ello. Temes que si cambias perderás lo que te hace especial. Ser un miserable no te hace mejor que nadie, House. Te hace un miserable.”
Oído en "House" (cap. 11, 2ª temp.).

Dedicado a un amigo (yo al menos lo considero así), que por supuesto no es miserable, pero sí a veces algo arisco y sobre todo picajoso.

jueves, 8 de junio de 2006

Bienvenida, Artemisa!

Señoras, señores, individuos en general,
Quiero dar oficialmente la bienvenida a un nuevo ente (en este caso diosa) que ha caido en las garras de este microuniverso.
Por favor, a partir de ahora no dejen de pasar de vez en cuando por el templo de artemisa.

Rostros

Todos iguales. Todos diferentes. Me maravilla pensar que cada cara es única, irrepetible. Parecida a muchas otras, de acuerdo. Casi igual, sí, pero no idéntica. La excepción, que siempre debe haberla, son los gemelos. Pero ni en ese caso la igualdad es perfecta. Quizás cuando son niños pequeños, pero a medida que pasan los años hay pequeñas diferencias que se van agrandando con la edad. La vida deja huella, y las diferentes experiencias vividas por los hermanos van dejando su marca diferenciadora.
Al parecer, hay un área en nuestro cerebro dedicada a la identificación de los rasgos de otras personas. A un ordenador le cuesta millones de operaciones de computación hacer lo que nosotros conseguimos en un golpe de vista y de forma mucho más eficaz: reconocer una cara conocida entre una multitud. Estamos dotados genéticamente para ello. Lo necesitamos para sobrevivir, lo mismo que una cebra recién nacida necesita reconocer las rayas únicas de su madre.
Incluso vamos más allá. Podemos reconocer a una persona que no vemos desde pequeños, y cuyos rasgos han cambiado al pasar a la edad adulta. ¿No es realmente increíble?
En los últimos días he coincidido con varios compañeros de la EGB que no veía hace años. Ahora son adultos y el cambio en sus caras hace patente el paso del tiempo. Sin embargo, no he tenido ningún problema en reconocerlos.
Lo más curioso del caso es que cuando ahora mismo traigo sus rostros a mi memoria, la primera imagen que me viene a la cabeza es la que tenían con 12 o 13 años. Sólo esforzándome recuerdo la que tienen actualmente, la que vi hace unos días. Sus imágenes de entonces se han grabado en mi cerebro, y sólo un nuevo trato continuado podría sustituirlas.
Un pequeño “bug” en nuestro increíble software de reconocimiento de rostros.

miércoles, 7 de junio de 2006

Cala et dalia

Eran dos las cajitas a decorar, así que ayer me lié con la segunda.
Ni corto ni perezoso me puse a la tarea, y en un plis plás la tenía terminada. Justo en el momento de dar el último retoque y levantar la caja para ver cómo había quedado ¡y me doy cuenta de que la he pintado al revés! Es decir, con las flores mirando hacia la parte trasera de la cajita.
Ay, ay, ay, y es que tengo una caraja últimamente...

martes, 6 de junio de 2006

Rosa rosae

Sigo sin ADSL. Y lo que queda. Ayer llamé a Jazztel y a Telefónica y parece que el proceso puede tardar hasta 45 días, contados desde hace 15. Total, que hasta un mes más. Esto no hay quien lo aguante. Así que he decidido empezar de nuevo, aunque sea de forma piratilla desde el curro.
Y ya puestos a quitarme la pereza de encima, ayer me dio por coger los pinceles. Para decorar una cajita de madera, sí, pero al menos los cogí.
El óleo tiene muchas ventajas y un inconveniente: para arrancar hace falta fuerza de voluntad. Hay que montar un cristo para pintar cualquier cosilla. Que si un sitio donde uno no moleste y no manche nada. Que si ponte a abrir pinturas y poner un poquito de cada color en la paleta. Que si busca el aguarrás en el trastero y llena un tarrito... Total, que se tarda más en montar el puesto de trabajo que pintando. Y luego limpia y recógelo todo.
Pero se echa un buen rato.
Hola de nuevo a todos. Gualterio está de vuelta.