sábado, 29 de octubre de 2005

Six feet under

- RUTH: Tengo miedo de que mi hija sufra una depresión y no sé qué hacer...
- GARY: Bueno, la mayoría de los adolescentes sufren depresiones leves de vez en cuando.
- RUTH: ¿Es verdad eso?
- GARY: Por supuesto, pero yo estoy muy familiarizado con la depresión clínica y no creo que sea eso lo que padece Claire.
- RUTH: ¿No cree?
- GARY: Mire, Claire es la clase de persona que necesita que su vida tenga sentido. Seguro que usted lo sabe mejor que yo.
- RUTH: No, yo no sé nada de eso. Y, por cierto, ¿quién no necesita que su vida tenga sentido?
- GARY: Se sorprendería usted.
Últimamente veo muy poca tele. Cada vez menos. Una de las razones es esta afición nueva de escribir que me ha surgido. Algunos trozos de Camera Café, algún que otro episodio de CSI (vuelve Grissom, no aguanto más a Horatio)… y todos los sábados a las diez por la 2, mi serie preferida en estos momentos, A dos metros bajo tierra.
Para el que no la conozca le pongo en situación. El argumento es sencillo pero nada al uso. Se trata de la vida cotidiana de una familia que regenta una funeraria en L.A., los Fisher. Sí, habéis leído bien, una funeraria. Los personajes principales son Nate (Peter Krause), el hijo pródigo que ha vuelto para participar en el negocio familiar. Ruth (Frances Conroy), la madre que intenta participar en la vida de sus hijos sin éxito. David (Michael C. Hall), el hermano homosexual que sostiene una relación tormentosa con un policía con carácter violento. Y Claire (Lauren Ambrose), la hermana postadolescente con talento artístico. Otros personajes son Brenda, la novia de Nate en las dos primeras temporadas, Federico, el joven empleado latino encargado de los embalsamamientos, y Nathaniel, el padre fallecido en el primer episodio que se les aparece en sueños de vez en cuando.
Todo gira en torno a la muerte, como pretexto y vehículo para hablar de la vida. Muy mal año para mi familia y para la de mi amigo en relación a este tema, ya lo sé. Pero aunque parezca mentira, el ver esta serie me ha ayudado como mínimo a mirar de frente la muerte, la de los seres queridos y la propia, al menos con algo más de serenidad.
Todos los capítulos comienzan de la misma forma. Títulos de crédito con una música hipnótica de Thomas Newman. Luego vemos una escena cotidiana, en la que indefectiblemente alguien acaba muriendo. Fundido en blanco y sobreimpresión del nombre y fechas de nacimiento y fallecimiento, como si fuera una lápida. Naturalmente su funeral se encargará a Fisher e hijos, cuya vida diaria constituye el hilo conductor de la historia.
Serie de minorías creada por Allan Ball (¿os gustó American Beauty?), tiene todos los ingredientes para pasar desapercibida en nuestro país. Habla directamente de un tema tabú en nuestra sociedad, no tiene actores conocidos, no es en absoluto una comedia, al menos, en el sentido actual del término (léase a Dante), y para colmo, se emite en la 2 al mismo tiempo que el partido de los sábados. Yo ya había visto capítulos sueltos en anteriores emisiones, pero esta vez la estoy viendo desde el principio. Actualmente se está emitiendo la 3ª temporada, mientras que en EEUU se emite la 5ª y última.
Si no tenéis prejuicios y sí ganas de ver una serie de calidad que encima te hace pensar, no podéis perderos A dos metros bajo tierra. Y ahora perdonadme, que tengo que programar el video para los capítulos de esta noche.


4 comentarios:

  1. La vere,si tu me lo recomiendas...
    Animo con la escritura que pegas un pelotazo y te forras...
    Un abrazo

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  2. A ver cuando ponen "A tres metros sobre los pinos"
    Mejor to por lo alto que por lo bajini.

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  3. Me encanta esta serie, hace tiempo que la sigo. Recuerdo cuando empezaron a anunciarla en la dos, me sonaba fatal, escuché alguna recomendación y me animé...

    Siempre encuentro algo gracioso en todos los episodios, algo que te hace ver la muerte de una forma más dulce y cercana, nada tenebrosa...

    No se me olvida el entierro de un "Motero" por todo lo alto el día de Nochebuena si no recuerdo mal...cómo en tal caso a mí me gustaría que fuese el mío...una fiesta llena de cerveza...;)

    Un beso.

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  4. Ya verás, Jon, dale una oportunidad y verás cómo te engancha.
    Hombre, menos mal miada, ya pensaba que era el único que la veía. Recuerdo aquel capítulo. Y anda que no fue enrollada la viuda ni ná, que le regaló la moto del finado a Nate. Así da gusto regentar un negocio, aunque sea fúnebre.

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