martes, 11 de octubre de 2005

Gorrión en una botella

En realidad, siempre que doy, recibo algo a cambio.
Como con mi Bobito. Yo le doy cariño y cuidados que no sabe ni puede apreciar, y él a cambio sin querer queriendo me da momentos de ternura y de humor. Como el sábado. Cuando no tenía ni ganas de mirarme a la cara, mi amigo Bobito me arrancó una gran sonrisa. No me preguntéis cómo se metió en la botella. Cuando salí al patio lo encontré dentro, sin saber salir. Para poder liberarlo tuve que rajar el plástico con un cuchillo. No penséis que le supuso un trauma, no, en seguida siguió picoteando por ahí como si nada hubiera pasado. Como no soy nada egoísta, antes de ayudarle llamé a mi mujer para que compartiera conmigo el suceso, y le dije que bajara la cámara para poder compartirlo contigo también, amigo/a del blog.
Le puse de nombre Bobito porque cuando mi abuelo me lo dio, sufría algo parecido a un estado de shock. Era muy pequeñito aún, y se había caído de uno de los nidos que los gorriones hacen en los eucaliptos de su campo. Mi abuelo lo rescató a tiempo de las fauces de Tunomeoyes, el perro de una vecina. El nombre del perro merece un inciso. Mi padre se lo puso a otro perro, porque seguía a la vecina y ésta estaba siempre diciendo ¡vete! ¿tú no me oyes? Una vez muerto, el nombre lo heredó su sustituto en el puesto.
Ahora Bobito de bobito no tiene nada. Es muy listo. Por las noches, a la hora de la cena, sale de su jaula abierta y se acerca donde estoy sentado. Se para, me mira fijamente con la cabeza vuelta hacia arriba y pía. Es su manera de pedirme algo de pan o patatas fritas de paquete, que son su delirio. Sólo acude a mi llamada cuando sabe que le voy a dar algo, especialmente moscas que le atrapo con innata habilidad. Por esto y porque de ser macho ya debería haberle salido el collarín, supongo que en realidad es una hembra. ¡Es broma, es broma! Pero me cuesta llamarle Bobita, cosas de la costumbre.
No creo que tarde en abandonarme. En cuanto tenga todas sus plumas se largará, como hizo Pitufo el año pasado. Como hacen los hijos llegado el momento. Mientras tanto seguiremos con nuestro particular trato: comida y cobijo a cambio de su amable compañía.
¿Te arrancamos una sonrisa? Me alegro. ¿No? Bobito y yo seguiremos intentándolo.

7 comentarios:

  1. JAJAJAJAJA !!!
    Con lo díficil que es criar un gorrión !!!!
    Y tú los tienes hasta embotellados!!!
    ;-D

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  2. Una sonrisa y más de una... y yo también pensaba que era muy difícil criar un gorrión... estoy impresionado... eres mejor que Burt Lancaster en Alcatraz.
    Muchas gracias por la sonrisa, Malatesta, y Bobito.

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  3. Claro que me has arrancado una sonrisa, y me alegro que Bobito te la arrancara a ti también.

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  4. Sonrisa y grande! Qué iría a hacer Bobito dentro de la botella? Es grande, ese pajarillo. Y tú... más.
    Besos.

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  5. "Hegoak ebaki banizkio,
    neria izango zen
    etzuen aldegingo.(bis)

    Bainan horrela,
    ez zen gehiago txoria izango.(bis)

    Eta ni,
    txoria nuen maite.(bis)"


    Es de Mikel Laboa, se llama "Txoria, txori". Os recomiendo que escuchéis la canción, es preciosa por lo simple que es. Sus la traduzco :

    "Si le hubiera cortado las alas
    habría sido mío,
    no habria escapado.

    Pero así,
    habría dejado de ser pájaro.

    Y yo...
    yo lo que amaba era el pájaro."

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  6. No es tan difícil criar un gorrión, no creáis. Al principio, pan con leche o pan con agua, abriéndole el piquito con la ayuda de un palillo de dientes. Luego alpiste y alguna que otra hoja de lechuga. Yo ya he criado unos cuantos. Son mis preferidos por lo listos que son.
    Buscaré la canción, Paco. La letra es muy bonita. Por las mismas razones dejaré que le crezcan las alas a Bobito, aunque luego le eche de menos y me quede la duda si sabrá apañarselas sólo.

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  7. Que weno! Que grande bobito! y que bobito su dueño que nos emboba con estas cosillas!

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