Estamos en septiembre de 1944. Han pasado unos meses tras el día D, y la ofensiva aliada en el frente occidental está en un punto muerto. Tras la apertura de la cabeza de puente en Normandía, las fuerzas anglo-americanas han avanzado rápidamente a través de Francia y Bélgica. Ahora, a las puertas de Alemania, con el potente ejército alemán en franca retirada, su principal problema es logístico. Aún no se ha capturado ningún puerto importante en el mar del Norte. Amberes y Rótterdam siguen en manos alemanas. Eso significa que largos convoyes de suministros deben ser trasladados diariamente desde las playas a las unidades que combaten en un frente muy amplio, que va desde la costa belga hasta la frontera franco-alemana.
En estos momentos, el general en jefe de las fuerzas aliadas, Ike Eisenhower, debe tomar una decisión. Debe dar prioridad y con ello la mayoría de suministros disponibles a uno de los dos principales ejes de ataque. Bien al 21º Grupo de Ejércitos británico de Montgomery, al norte, bien al 3º Ejército norteamericano comandado por Patton.
Montgomery, el vencedor del Alamein, es conocido por ser un tipo cauto, pero ahora se descuelga con un plan realmente arriesgado, que puede acabar con la guerra antes de navidad: Market-Garden.
Básicamente, el plan consiste en desplegar el inactivo y desaprovechado 1er Ejército Aerotransportado aliado a lo largo de una serie de puentes sobre los principales ríos que atraviesan Holanda (las fuerzas Market). Estas fuerzas aerotransportadas, de baja potencia de fuego, deben mantener abiertos los puentes el tiempo necesario para que avance el XXX Cuerpo blindado de Horrock (las fuerzas Garden), que conserva una cabeza de puente sobre el canal Mossa-Escalda. El objetivo es desbordar la línea Sigfrido por el norte, abrir una cabeza de puente sobre el Rhin en Arnheim y desde allí invadir el corazón industrial de Alemania: el Rhur.
Finalmente, tras las protestas del general Patton, Eisenhower toma la decisión de aprobar el plan, y tras escasos días de preparación, el 17 de septiembre la mayor concentración de transportes aéreos de la historia despega de 24 aeródromos del sur de Inglaterra. En total unos 2.500 aparatos. Es imposible llevar a los 35.000 hombres de las fuerzas Market de una tacada, así que el espectáculo se repetirá en otras tres ocasiones en días sucesivos. El despliegue se hace de día, para evitar la confusión de operaciones anteriores.
De esta manera, la famosa 101ª Aerotrasportada americana es lanzada en las cercanías de Eindhoven, y junto a los puentes menores de Son y Veghel. La 82ª Aerotransportada americana se despliega al sur de Nimega. Por último, la 1ª Aerotransportada británica, junto a la Brigada Paracaidista polaca se lanza al otro lado del Rhin, en Arnheim. Ese mismo día, empieza el ataque de las fuerzas Garden, que deben avanzar a marchas forzadas para evitar la aniquilación de las débiles fuerzas aerotransportadas, carentes de artillería pesada y carros de combate.
Todos los eslabones eran fundamentales para que el plan funcionara bien, pero la desgracia se cebó sobre los británicos de la 1ª Aerotransportada. Aunque se suponía que debían aguantar durante un par de días, el avance se ralentizó de tal forma que las primeras fuerzas blindadas aliadas no llegaron a Nimega hasta una semana más tarde. No sólo eso, la mala fortuna hizo que casualmente dos divisiones blindadas de las SS estaban estacionadas en las cercanías de Arnheim. El resultado fue que finalmente la cabeza de puente sobre el Rhin tuvo que ser desalojada, y el plan fue un auténtico fracaso. Algo que pagó la población civil holandesa, que vivió una dura represión por la colaboración con los aliados hasta que fueron liberados con la caída del III Reich en abril de 1945.
Las fuerzas aliadas sufrieron en esta batalla más bajas que durante la invasión de Normandía. En los nueve días que duró, se calculan unas 17.000 bajas aliadas, por unas 7.500 bajas alemanas. Se estima en unas 10.000 las bajas civiles holandesas, entre las directas por el fuego y las debidas a las privaciones del siguiente invierno. Estas cifras son insignificantes si las comparamos con otras batallas de la Segunda Guerra Mundial, como Stalingrado, pero dan una idea del fiasco que supuso en el, por otra parte exitoso, avance aliado en el frente occidental.
Llegados a este punto de la historia, probablemente no quede nadie leyendo este post. Salvo quizás Ismo, que sé que le gusta el tema. No me lo tomo a mal, en absoluto. Que nadie se sienta obligado. Ya sé que los posts largos echan para atrás. No habría tiempo para leer a todos tus contactos si todos fueran así. Pero hay veces que a uno le entran ganas de explayarse aunque llegue a menos gente. Lo importante es echar el rato. Para los que no tengan tiempo o ganas dejaré un post cortito más arriba. Un blog para todos los gustos.
Esta batalla es la responsable de que a mí me guste la historia y el cine bélicos. Cornelius Ryan escribió un libro sobre ella, titulado Un puente lejano (A bridge too far), que casualmente tenía mi padre. De pequeño lo leí y me impresionó. Lo tengo tan leído que para escribir la historia no he tenido que echar mano de él, salvo para las cifras de bajas y las fechas, de las que no estaba seguro. Me sé de memoria los nombres de las principales unidades y de sus jefes, tanto aliados como alemanes. Podría dibujar los movimientos de las tropas… El libro se llevó al cine, de la mano de Richard Attenborough en 1977. La peli no está mal, y el reparto es de lujo: SeanConnery, Edward Fox, James Caan, Dirk Bogarde, Michael Caine, Robert Redford... Quizás se centre demasiado en las fuerzas aliadas. En el libro el protagonismo está más repartido con los alemanes y los holandeses. Ryan es más famoso por otro libro llevado al cine: El día más largo, sobre el día D. Después de mucho buscarlo mi mujer lo consiguió por internet el año pasado, ya que estaba descatalogado. Ahora no es difícil encontrarlo en las librerías porque lo ha reeditado Inedita Editores. Me sigue gustando más Un puente lejano.
Una de las primeras veces que oí a alguien hablar de ordenadores fue sobre un juego basado en esta batalla. Arnhem, para Spectrum. Por aquel entonces tenía 12 años y ya me había leído el libro. En boca de aquel chaval, el juego parecía de lo más emocionante. Yo, que nunca había visto un juego de ordenador, me imaginaba algo así como una película, en la que podías ver la acción como si fueras uno de los soldados. Dirigir tu pelotón hacia una casa y ocuparla. Vigilar y emboscar los carros alemanes que pasaran cerca, etc. Cuando mis padres me regalaron el Spectrum, lo primero que hice fue encargar por correo el juego, junto al Ratas del Desierto y Malvinas 82. Al principio me decepcionó bastante, ya que se trataba de un juego de estrategia en los que los batallones son cuadraditos que se desplazan por el mapa. Luego le cogí el gusto y me pasé horas y horas jugando, hasta hacerme un experto en estrategia de cuadraditos.
Bastantes años más tarde llegaron juegos en primera persona como el descrito en el post anterior. Battelfield 1942 tiene un escenario basado en Arnheim, y básicamente es el juego que yo imaginé a los 12 años. Salvando las lógicas diferencias de tamaño: 30 ó 40 combatientes en lugar de 30.000 y una ciudad de 8 ó 10 casas en lugar de 10.000 ó 15.000, es bastante realista. Este es el motivo de que me haya acordado ahora de este tema, ya que he estado jugando a ese escenario los últimos días, como ya dije.
Ojalá la guerra sólo quedara para esto, para divertimento de los amantes de la historia y de los juegos. Porque en realidad… la realidad de la guerra es otra cosa.
Como siempre, para el que aún quiera seguir leyendo sobre el tema, hay una página realmente buena, http://www.rememberseptember44.com. El único inconveniente es que está en inglés.
Muy bueno el enlace.
ResponderEliminarMuy interesante el post.
Gracias, Moi. Ya pensaba que nadie lo iba a leer. ;)
ResponderEliminarMuy buen enlace, sí señor.
ResponderEliminarEs un gran momento de la WWII. No creo que el público en general se de cuenta de lo cerca que estuvieron los alemanes de dar la vuelta a la guerra.
A mi (ahora es fácil decirlo) me gustaba más el plan de Patton: esperar las divisiones que debían llegar de los USA y atacar en bloque en todo el frente, bien cohesionados... lo de Monty fue una jugada demasiado arriesgada y, parece, no demasiado bien planteada. Al final, los refuerzos se quedaron a 15 km. de Arnhem, los blindados empatanados en un terreno encharcado... y los aliados habían pasado por alto los panzer que había entre Nimega y Arnhem, otro fallo de inteligencia.
Ike autorizó la market-garden pero, en cierto modo, mantuvo también la idea de un ataque en todo el frente que defendía Patton (en realidad, conociendo a Patton, creo que él quería atacar sólo). Cuenta Raymond Cartier que tuvo sus más y sus menos con Monty ("Monty! Calma! No me hable en ese tono. Soy su jefe") y anota una frase que deja ver las auténticas intenciones de Eisenhower ("Mi intención es conquistar a la vez el Sarre y el Ruhr, y al mismo tiempo, despejar El Havre y Amberes").
Otra cuestión importante es que en Quebec se decidió, esos días, el plan para los alemanes tras la rendición, obra de un agente comunista llamado Dexter White, un plan tremendamente duro (Churchill o De Gaulle protestaron vivamente por ese plan que condenaba a muerte al pueblo alemán -plan Morgenthau-). Los alemanes conocían el plan, claro, y fue una buena razón para dejarse la piel en el campo de batalla.
La historia de Cartier es muy buena. Es mi principal fuente. Os la recomiendo.
Conocía las discrepancias entre Eisenhower y Montgomery. La idea de frente amplio frente al golpe decisivo. Lo que es nuevo para mí es lo del plan Morgenthau. Muy interesante. Ya estoy buscandolo en Google.
ResponderEliminarPues yo también me he enganchado a las búsquedas y he enlazado con la batalla de la Ardenas... La opinión mayoritaria es que Hitler la cagó debilitando el frente del este para la contraofensiva en el oeste pero es una bonita decisión estratégica: ¿Qué hacer? ¿Congelar el frente oeste y echar el resto para frenar a los rusos? ¿Cuánto tiempo hubiesen conseguido frente a los rusos?
ResponderEliminarYo no lo tengo claro. Supongo que cientos de expertos habrán estudiado bien la cuestión pero ¿No podía ser acertado intentar un golpe de mano? ¿Y si hubiese salido bien? ¿Podía salir bien? ¿Falló la estrategia o falló la táctica, o las dos?
Por mi parte encontré el plan Mogenthau y estoy de acuerdo en que era duro de narices. Entre sus puntos nada menos que desmantelar la zona industrial del Ruhr y trasladar las industrias a países vencedores como reparación de guerra. Toma ya.
ResponderEliminarEn mi modesta opinión Alemania no tenía nada que hacer desde que se estableció el segundo frente con el desembarco de Normandía. Lo más sensato fue lo que intentaron Rommel y compañía: cargarse al monstruo e intentar negociar una paz más o menos honorable. No estoy tan seguro sobre la tan discutida decisión de atacar a la URSS. Dadas las aspiraciones rusas, más tarde o más temprano iban a tener que entrar en guerra.
Yo creo que Stalingrado fue el comienzo del fin. La obcecación de adolfito con la toma de la ciudad acabó costándoles un buen ejército enterito y algo más y, sobre todo, quebró tanto la confianza de los militares alemanes como estimuló la de los rusos. En Stalingrado, el loco nazi empeñó mucho en una partida en la que no tenía demasiado que ganar y perdió.
ResponderEliminarLo de las Ardenas fue una acción desesperada. Yo estoy contigo en que con el segundo frente abierto lo mejor era buscar una salida honorable... pero la maniobra tuvo esos destellos de brillantez que tenía el ejército alemán en movimiento. Por otra parte, con Morgenthau (o sea, White) rondando por ahí y las carantoñas de Teddy al bueno de Stalin, los alemanes no debían fiarse ni un pelo de que hubiese alguna salida "honorable" posible.
Por si todavía te da por pasarte por aquí, te animo a que te pases por un post que colgué hace meses (pincha aquí).
ResponderEliminarAunque creo que ya tienes una idea bastante acertada sobre Stalingrado.
Todavía me da, muchas gracias. Es cierto que lo de Stalingrado lo tengo más mamado
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