“Delante de ellos, sólo a unos tres metros de distancia, vieron un bulto que parecía una roca, pero en un lugar donde no debía haber roca alguna. Ralph oyó un ligero rechinar que procedía de alguna parte, quizá de su propia boca. Se armó de determinación, fundió su temor y repulsión en odio y se levantó. Avanzó dos pasos con torpes pies.
Detrás de ellos, la cinta de luna se había ya levantado del horizonte; ante ellos, algo que se asemejaba a un simio enorme dormitaba sentado, la cabeza entre las rodillas. En aquel momento se levantó viento en el bosque, hubo un revuelo en la oscuridad y aquel ser levantó la cabeza, mostrándoles la ruina de un rostro.
Ralph se encontró atravesando con gigantescas zancadas el suelo de ceniza; oyó los gritos de otros seres y sus brincos y afrontó lo imposible en la oscura pendiente. Segundos después, la montaña quedaba desierta, salvo los tres palos abandonados y aquella cosa que se inclinaba en una reverencia.”
William Golding, El Señor de las Moscas.
“Y allá lejos, mientras Frodo se ponía el Anillo y lo reclamaba para él, hasta en los Sammath Naur, el corazón mismo del reino de Sauron, el Poder de Barad-dûr se estremecía, y la Torre temblaba desde los cimientos hasta la cresta fiera y orgullosa. El Señor Oscuro comprendió de pronto que Frodo estaba allí, y el Ojo, capaz de penetrar en todas las sombras, escrutó a través de la llanura hasta la puerta que él había construido; y la magnitud de su propia locura le fue revelada en un relámpago enceguecedor, y todos los ardides de enemigo quedaron por fin al desnudo. Y la ira ardió en él con una llama devoradora, y el miedo creció como un inmenso humo negro, sofocándolo. Pues conocía ahora qué peligro mortal lo amenazaba, y el hilo del que pendía su destino.”
J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos.
Detrás de ellos, la cinta de luna se había ya levantado del horizonte; ante ellos, algo que se asemejaba a un simio enorme dormitaba sentado, la cabeza entre las rodillas. En aquel momento se levantó viento en el bosque, hubo un revuelo en la oscuridad y aquel ser levantó la cabeza, mostrándoles la ruina de un rostro.
Ralph se encontró atravesando con gigantescas zancadas el suelo de ceniza; oyó los gritos de otros seres y sus brincos y afrontó lo imposible en la oscura pendiente. Segundos después, la montaña quedaba desierta, salvo los tres palos abandonados y aquella cosa que se inclinaba en una reverencia.”
William Golding, El Señor de las Moscas.
“Y allá lejos, mientras Frodo se ponía el Anillo y lo reclamaba para él, hasta en los Sammath Naur, el corazón mismo del reino de Sauron, el Poder de Barad-dûr se estremecía, y la Torre temblaba desde los cimientos hasta la cresta fiera y orgullosa. El Señor Oscuro comprendió de pronto que Frodo estaba allí, y el Ojo, capaz de penetrar en todas las sombras, escrutó a través de la llanura hasta la puerta que él había construido; y la magnitud de su propia locura le fue revelada en un relámpago enceguecedor, y todos los ardides de enemigo quedaron por fin al desnudo. Y la ira ardió en él con una llama devoradora, y el miedo creció como un inmenso humo negro, sofocándolo. Pues conocía ahora qué peligro mortal lo amenazaba, y el hilo del que pendía su destino.”
J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos.
¿Y tú qué buscabas, moscas o anillos?. Para no confundirme.
ResponderEliminarUn beso.
Mi observación de todas las vicisitudes vividas muestran que no es todo oro lo que reluce, y más aun cuando nosotros convertimos en oro lo que no es. Dicen que el tiempo deja a todo el mundo en su sitio. Yo siempre he pensado respecto a los demás, pero dudo que a uno consigo mismo.
ResponderEliminarCurioso paralelismo. Ya no me acordaba de El señor de las moscas.
ResponderEliminarYo siempre he pensado "que" respecto a los demás. Chico, cada día escribes peor
ResponderEliminarDespués de 2 semanas sin descanso y de tener que bombear sangre a mis piernas dormidas por aguantar el peso del libraco, terminé El Señor de los Anillos y dije : ¡Qué pufo! Aunque todavía no tengo claro si me resultó un pufo el libro, la película (que la vi primero) o ambos.
ResponderEliminarYo leí el prólogo del Hobbit, y llegué a una conclusión: Faltaban Gargamel, Papá Pitufo y Pitufina. Lo siento pisha pero es que siempre ha podido conmigo.
ResponderEliminarNo fui yo el confundido, sino el receptor de la dedicatoria. Aunque me temo que nunca entrará aquí para leerla. Él fue quien, buscando The Lord of the Flies, encontró The Lord of the Rings hace muchos, muchos años, cuando Tolkien era aún un desconocido.
ResponderEliminarAunque todos conoceréis a Frodo y compañía por las películas, posiblemente pocos recuerden la historia de Ralph y sus "amigos". Un librito muy interesante y muy recomendable. Quizás también alguien haya visto el capítulo que le dedicaron Los Simpson. Aquel en el que los niños quedaban perdidos en una isla desierta y juzgaban a Milhouse por comerse toda la comida.
Sobre gustos no hay nada escrito. Yo me he leido el Señor de los Anillos varias veces, una de ellas en inglés. No estoy seguro si la primera vez me lo prestó Protágoras, allá en el BUP. Lo que sí estoy seguro que fue él quien me prestó el Silmarilion, para mí el mejor del autor, a pesar de no estar concebido para ser publicado.
Eyyy, yo he visto ese capítulo de Los Simpson varias veces...;)
ResponderEliminarUn beso.
Che, se me coló un geranio en la guarida.
ResponderEliminarNo dejen de reirse con sus últimas locuras.