miércoles, 1 de febrero de 2006

El estudiante de Salamanca

Comentaba el otro día con Heliopolis que a veces se me quitan las ganas de escribir, porque creo que ya todo está escrito. Hoy es uno de esos días. Venía yo tan ufano con la idea de comparar una película que he visto recientemente, La novia cadáver, de Tim Burton, con un poema romántico que me gusta mucho, El estudiante de Salamanca, de Espronceda. Tanto el ambiente como el argumento me lo recordaban constantemente.
A lo que iba. Antes de ponerme a escribir me ha dado por escribir en el google “novia cadáver estudiante salamanca” y ¡pumba!, cuatro o cinco sitios donde alguien ya había dejado dicho lo mismo.
¿Qué hacer ahora? ¿Desconecto internet y abro el Call of Duty II? Quizás fuera lo más productivo, pero ya puestos, os ofrezco algunas estrofas de esta joya del romanticismo español. Intercalo algunos comentarios míos para que sigáis la historia. Si alguien la quiere completa, la tenéis en:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01371741322363733092257/index.htm

Era más de medianoche
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrega envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.

En semejante escenario se produce un duelo de espadas. Uno de los contendientes exhala un quejido moribundo, y el vencedor se pierde en la noche. Es Don Félix de Montemar.
Segundo don Juan Tenorio,
alta fiera e insolente,
irreligioso y valiente,
altanero y reñidor:
Siempre el insulto en los ojos,
en los labios la ironía
nada teme y todo fía
de su espada y su valor.
Corazón gastado, mofa
de la mujer que corteja,
y, hoy despreciándola, deja
la que ayer se le rindió.

Una de los amores despreciados es Elvira, una bella joven que termina muriendo de amor por el impío estudiante.
Y exhaló luego su postrer aliento,
y a su madre sus brazos se apretaron
con nervioso y convulso movimiento,
y sus labios un nombre murmuraron.
Y huyó su alma a la mansión dichosa
do los ángeles moran... Tristes flores
brota la tierra en torno de su losa,
el céfiro lamenta sus amores.
Sobre ella un sauce su ramaje inclina,
sombra le presta en lánguido desmayo,
y allí en la tarde, cuando el sol declina,
baña su tumba en paz su último rayo...

La siguiente escena nos presenta a Don Félix jugándose hasta un retrato de Elvira a los dados. Entra un personaje embozado. Es Don Diego de Pastrana, hermano de Elvira, que ha venido a vengarla. Se enzarzan en una disputa y, naturalmente, Don Félix mata al hermano.
Es la última parte de la obra la que resulta más atractiva, por las lúgubres imágenes que inspira, al más puro estilo romántico. Después de cometer este último crimen Don Félix camina audaz por la calle del Ataud.
Mueve los pies el Montemar osado
en las tinieblas con incierto giro,
cuando ya un trecho de la calle andado,
súbito junto a él oye un suspiro.
Resbalar por su faz sintió el aliento,
y a su pesar sus nervios se crisparon;
mas pasado el primero movimiento,
a su primera rigidez tornaron.
«¿Quién va?», pregunta con la voz serena,
que ni finge valor, ni muestra miedo,
el alma de invencible vigor llena,
fiado en su tajante de Toledo.
Palpa en torno de sí, y el impío jura,
y a mover vuelve la atrevida planta,
cuando hacia él fatídica figura,
envuelta en blancas ropas, se adelanta.
Flotante y vaga, las espesas nieblas
ya disipa y se anima y va creciendo
con apagada luz, ya en las tinieblas
su argentino blancor va apareciendo.

Pero en lugar de asustarse, el atrevido estudiante perjura.
«Dios presume asustarme: ¡ojalá fuera,
dijo entre sí riendo- el diablo mismo!
que entonces, vive Dios, quién soy supiera
el cornudo monarca del abismo.»
Al pronunciar tan insolente ultraje
la lámpara del Cristo se encendió:
y una mujer velada en blanco traje,
ante la imagen de rodillas vio.

La fantasmagórica figura le evita, lo que no hace sino acrecentar el interés de Don Félix, que se ofrece para acompañarla. Ella le advierte: si le sigue puede ser el fin, pero nada parece asustarle. En su caminar, se cruzan con un cortejo fúnebre que porta dos ataúdes.
Calado el sombrero y en pie, indiferente
el féretro mira don Félix pasar,
y al paso pregunta con su aire insolente
los nombres de aquellos que al sepulcro van.
Mas ¡cuál su sorpresa, su asombro cuál fuera,
cuando horrorizado con espanto ve
que el uno don Diego de Pastrana era,
y el otro, ¡Dios santo!, y el otro era él...!

Aún así, Don Félix se rehace, y hace burla del error. Se vuelve hacia la dama y le pregunta por su casa. Ésta le advierte: cada paso que dé, le acercará a la muerte. Por fin llegan a una puerta que se abre misteriosamente. Entran ambos. Don Félix avanza por los corredores , baja por las escaleras, y cae, en un torbellino de locura, mientras los muertos hacen mofa de él. Al levantarse, lo primero que ve es a la blanca dama. Montemar le pregunta finalmente quién es.
Y de pronto en horrendo estampido
desquiciarse la estancia sintió,
y al tremendo tartáreo rüido
cien espectros alzarse miró:
de sus ojos los huecos fijaron
y sus dedos enjutos en él;
y después entre sí se miraron,
y a mostrarle tornaron después;

Y entonces la visión del blanco velo
al fiero Montemar tendió una mano,
y era su tacto de crispante hielo,
y resistirlo audaz intentó en vano:
galvánica, cruel, nerviosa y fría,
histérica y horrible sensación,
toda la sangre coagulada envía
agolpada y helada al corazón...
Y a su despecho y maldiciendo al cielo,
de ella apartó su mano Montemar,
y temerario alzándola a su velo,
tirando de él la descubrió la faz.
¡Es su esposo!, los ecos retumbaron,
¡La esposa al fin que su consorte halló!
Los espectros con júbilo gritaron:
¡Es el esposo de su eterno amor!
Y ella entonces gritó: ¡Mi esposo! Y era
(¡desengaño fatal!, ¡triste verdad!)
una sórdida, horrible calavera,
la blanca dama del gallardo andar...

Aparece el espectro de Don Diego, y le ofrece a su hermana por esposa. La siguiente estrofa es genial.
Por mujer la tomo, porque es cosa cierta,
y espero no salga fallido mi plan,
que en caso tan raro y mi esposa muerta,
tanto como viva no me cansará.

Pero la gracia le sale cara.
El carïado, lívido esqueleto,
los fríos, largos y asquerosos brazos,
le enreda en tanto en apretados lazos,
y ávido le acaricia en su ansiedad:
y con su boca cavernosa busca
la boca a Montemar, y a su mejilla
la árida, descarnada y amarilla
junta y refriega repugnante faz.

Por fin, el estudiante no aguanta más el horror.
Y vio luego
una llama
que se inflama
y murió;
y perdido,
oyó el eco
de un gemido
que expiró.

¡Que era pública voz, que llanto arranca
del pecho pecador y empedernido,
que en forma de mujer y en una blanca
túnica misteriosa revestido,
aquella noche el diablo a Salamanca
había en fin por Montemar venido!...
Y si, lector, dijerdes ser comento,
como me lo contaron, te lo cuento.

8 comentarios:

  1. Muy bonito Malatesta. Me has sorprendido de nuevo con tu post.

    No creas que todo está escrito. Incluso aunque expongas lo mismo que en otros sitios lo harás desde otro punto de vista. Y es más, aunque fuera desde el mismo punto, puede que a algunos (entre ellos a mi) no se me hubiese ocurrido buscarlo, pero si entrar en tu blog, con lo que para mí (y seguro que para muchos otros) es algo totalmente nuevo y que hace conocerte un poco más.

    Eso pasa en la vida diaria. Te cruzas con gente con la que hablas del tiempo o cualquier otra cosa sin trascendencia, y ya sabida por ambas partes, pero que hace que hayas entablado una conversación e incluso pasado un rato agradable.

    Si te sirve de algo, yo ultimamente no tengo muchas ideas, pero ya vendrán más tarde ;p

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  2. Pues digo lo que trinity. Puede que esté escrito, pero no lo está para tus lectores.








    P.D. no lo he leído. XD (es que estoy de exámenes...)

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  3. Se te quitan las ganas de escribir, pero de mecanografiar, no veas. :)

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  4. Increíble lo tuyo, cada día me sorprendes más y mejor...

    Un beso.

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  5. Vais a conseguir que me sonroje. Además, el mérito es de otro Jose, el de Espronceda.
    Tienes razón, 3nity, esto se asemeja a las conversaciones que tengo con mi mujer a la hora de la cena, o con Totito mientras tomamos un colacao y media tostá con tomate algún sábado por la tarde.

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  6. Veo que has conseguido el CofD II. Y entiendo que has actualizado tú cacharro. Nosotros andamos ahora con el Age of Empires III, el FEAR y el Panzers. Ya te pasaré el primero, está muy cachondo. (requiere XP)

    Aprovecho para decirle a 3nity, que corta de ideas, lo dudo, lo que pasa es que se las reserva. Ya dijo que se lo pensaría dos veces antes de volver a contar una anecdota.

    Por cierto, gracias por escribir este post. Porque la pelí, no la he visto y ya me has hecho que quiera verla, y porque aunque la hubiera visto, no la habría relacionado con este poema, ni de coña.

    Tostás con tomate o con manteca....hmmmm!!!

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  7. Pues yo soy de los que piensa que esta todo inventado,que la vida es muy simple y la hacemos complicado...quentre 5000 millones de pessoas las coincidencias son alucinantes,y me rio de la variabilidad genetica...
    El post de todas formas esta genial,gracias por recordarme a tan grande literato y espero verte pronto,voy del 11-19 de febrero...
    Un abrazo

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  8. Encantador. No lo conocía.

    Estoy del todo de acuerdo con 3nity en que lo importante es tu punto de vista. Hablando de pintura (que es un lenguaje que comprendes muy bien), lo importante sería tener estilo, una personalidad propia como pintor, suma de trazos, paleta, textura, formas... Puedes pintar el mismo puente que ya han pintado 100 antes que tú: unos lo habrán hecho con estilo y, sólo por eso, ya están diciendo algo nuevo (aunque ya se haya dicho, con otro estilo)... otros copian, intentan imitar, intentan ser originales.

    Diría que ese es el misterio... Si intentas ser original cuando creas arte sólo conseguirás ser un paparruchas. Si tienes estilo, serás original.

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